Teniendo en cuenta que pasamos, al menos, un tercio de nuestra vida trabajando, y que es un deseo legítimo que todo ese tiempo sea lo más feliz posible, resulta interesante reflexionar sobre la manera en que el bienestar y el trabajo se relacionan. Como en muchas otras parcelas de nuestra vida, tendemos a pensar que si tuviéramos un trabajo mejor seríamos más felices, y sin embargo es posible que la relación sea la contraria.
Las personas que se sienten bien hacen mejores entrevistas de trabajo, son evaluadas más positivamente por sus supervisores, muestran mejor rendimiento y productividad, y desempeñan mejor tareas de gestión. También muestran menor probabilidad de mostrar conductas contraproducentes y burnout. Quizá sea porque las personas felices establecen mejores relaciones con otras personas y por tanto les es más sencillo el trabajo en equipo, o tal vez simplemente porque se sienten bien y disfrutan con lo que hacen.
Como quiera que sea, lo cierto es que de nuevo la felicidad en el trabajo parece seguir los mismos patrones que la relación entre felicidad y otros aspectos importantes de la vida. Según parecen mostrar los estudios longitudinales que se han hecho en este campo, no es que tener un buen trabajo sea la causa de la felicidad, sino que la felicidad precede a un mejor desempeño laboral.
Si somos felices todo es más fácil, incluso trabajar.