Las provisiones disminuyen, los beneficios aumentan y la morosidad está a la baja, pero la banca española sigue lidiando con su mayor punto débil, que es su baja rentabilidad. De persistir en el tiempo, el Banco de España insta a que se modifiquen los modelos de negocio, a fin de poder adaptarse a un entorno más dificultoso para el sector.
Según el último informe de Estabilidad Financiera del Banco de España, la rentabilidad se ve presionada no sólo por los bajos tipos de interés, sino también "por el reducido dinamismo de la actividad bancaria" y los aún elevados volúmenes de activos improductivos. Esos que, en palabras del supervisor, no sólo no contribuyen a los beneficios, sino "que consumen recursos y suponen costes por provisiones y mantenimiento".
Según sus cifras, esta rémora, los activos morosos y los adjudicados, aún suma 224.000 millones de euros al cierre del primer semestre, por lo que los activos mantenidos en balance y "que no generan ingresos en la cuenta de resultados" suponen el 8,7% del total, lo que presiona a la baja el negocio en España de las entidades.
Respecto al margen de intereses, el informe señala que su sostenibilidad en una situación como la actual, con un diferencial muy reducido entre la rentabilidad de los créditos y el coste del pasivo, depende de que se pueda compatibilizar por un mayor volumen, que compense "la escasa aportación a la cuenta de resultados que se produce vía precios". Pero esta circunstancia, asegura el Banco de España, aún no se produce, ya que "se sigue observando un descenso en el volumen total del crédito y de los depósitos bancarios".
El ROE, la rentabilidad de los recursos propios, se sitúa en España alrededor del 5%, muy lejos aún del coste de capital, que según el BCE está entre el 8% y el 10% para la mayoría de bancos europeos. El mantenimiento en el tiempo de un ROE inferior a este coste "supone un reto" y en estas condiciones, asegura el supervisor, "las entidades deberán ajustar su modelo de negocio y, cuando sea preciso, su estrategia corporativa y estructura a un entorno económico y regulatorio muy exigente".
Aunque este riesgo, el de una baja rentabilidad, es el más evidente y extendido entre las entidades, el Banco de España señala otros dos factores: el de una intensificación del ritmo de desaceleración de las economías emergentes, que afectaría principalmente al Santander por su exposición a Brasil y a BBVA por su presencia en Turquía, y a aumentos de la prima de riesgo, tanto de deuda pública como privada.
Sobre la economía española, el supervisor señala que, a pesar de los avances, aún es vulnerable a un escenario de menor crecimiento de la zona euro y a un endurecimiento de las condiciones de financiación, dado que la posición deudora con el resto del mundo es superior al 90% del PIB. Entre otras razones que pueden producir este encarecimiento de la financiación señala, sin mencionar las inminentes elecciones generales, "el riesgo de posibles episodios de pérdida de confianza de los inversores por dudas sobre la capacidad de realizar los ajustes pendientes".
Y a las entidades españolas les lanza otra advertencia, ante el aumento de volatilidad de los mercados: "tienen que seguir atentas a la gestión de la liquidez, no sólo a corto plazo, sino a desarrollos de balance más estructurales".