Opinión
El acuerdo que a nivel internacional habían firmado los ayatolás iraníes fue roto por estos en 2002, abriendo un riesgo de ataque nuclear sobre Israel. Desde el primer momento en que se impuso en Irán una dictadura tan religiosa como criminal, Occidente supo que allí había nacido otro gran enemigo de la democracia y un gran amigo y financiador del terrorismo islámico (Hamás, Hezbolá…). Por lo tanto, desde hace más de dos décadas todos los gobiernos democráticos han tenido la posibilidad de intentar destruir militarmente el programa nuclear y, de paso, sacar a ese sacerdocio musulmán y criminal del poder. Donald Trump criticó siempre esa posibilidad, hasta que la semana pasada entró en liza tras los pasos de Israel.