El que fuera vicepresidente económico en 1977 impulsó la reforma fiscal, monetaria y regulatoria que España necesitaba para afianzar la democracia.
Desde el final de la segunda guerra mundial hasta el comienzo de la década de los 70, las políticas económicas que se aplican en el mundo occidental son las keynesianas. Con el principio de la década de los 70 esto empieza a cambiar. Se ponen de manifiesto simultáneamente problemas de inflación y desempleo, algo nuevo desde que se empiezan a aplicar estas políticas; las recetas keynesianas permitían la disminución del desempleo a cambio de una inflación moderada. Al comienzo de la década esto ya no parece tan sencillo.
Las respuestas a la crisis en los distintos países fueron diversas. En España coincidió la crisis con los cambios del sistema político. Quizá esto impidió que se articulasen medidas en consonancia con la importancia y gravedad de la situación y que cuando estas se adoptan, sea más tarde y la situación económica esté más deteriorada.
Después del Referéndum de 1976 se convocan elecciones generales. El partido ganador forma gobierno a principios de verano de 1977, tiene holgada representación en el Parlamento pero no mayoría absoluta. Enrique Fuentes Quintana, economista de gran prestigio y que no militaba en ningún partido, acepta la vicepresidencia económica del nuevo gabinete. Rápidamente pone en marcha algunas medidas urgentes para afrontar la crisis y elabora las propuestas expuestas a todas las fuerzas políticas para ser discutidas y consensuadas.
En octubre se firman los llamados Pactos de la Moncloa por todas las fuerzas políticas representativas. Desde el punto de vista social y político suponen la base económica para el tránsito hacia un sistema democrático.
Desde el punto de vista económico permitían crear los instrumentos para poder articular la política fiscal, con la puesta en marcha de la reforma fiscal según los parámetros de los países del entorno y el Presupuesto consolidado de todo el sector público. Y la política monetaria, con la puesta en marcha de la eliminación de disfunciones en el crédito interno y el renovado papel de un Banco Central que podía tomar medidas monetarias, para procurar que la economía pudiera funcionar en un sistema de tipos de cambio flotantes. Todo ello, en línea con las políticas económicas que ya estaban aplicando los países del entorno europeo.
Los Pactos suscitaron gran confianza social y sus efectos económicos positivos se pusieron rápidamente de manifiesto.