Un partido de tenis es algo más que un partido de tenis. Cada bola, cada punto esconde historias que transforman algunos de estos encuentros en verdaderos relatos épicos.
Es lo que sucedió el pasado domingo cuando Rafa Nadal y Novak Djokovic se disputaron la Copa de los Mosqueteros que recibe el ganador de Roland Garros. El trofeo finalmente se fue a las vitrinas de un Nadal que, nada más acabar el choque, se fue a abrazar a su tío y le pidió que llamara a una ambulancia. Su cansancio era extremo. Se sentía destrozado.
Apenas unos minutos antes que había logrado su noveno título en la tierra batida de París, eso sí, con un poco de 'ayuda' madridista. Y es que el punto definitivo del partido llegó de una manera inverosímil, cuando Nole cometió una doble falta provocada, según el serbio, por los gritos que llegaban desde la grada.
Gritos que le desconcentraron hasta llevarle a semejante error en un hombre de su calidad tenística. Curioso resulta que en esa acción, después de cometer su primera falta, el de Belgrado se dispuso a sacar cuando desde el respetable sonó un rotundo y alto "¡Hala Madrid!", que evitó que Djokovic pusiera la bola en juego.
Pascal Maria, el juez de silla, pidió respeto, Djokovic volvió a sacar y la bola, de nuevo acabó en falta. Otro error del número 2 del mundo que coronó a Nadal.
Al tiempo que las cámaras se centraron en el manacorí, Nole regresaba destrozado a su silla mientras que, con cara de malas pulgas, señalaba al lugar de la Philippe Chatrier desde el que había emergido el alarido blanco que le mandó a casa antes de tiempo.
Quien sabe cómo habría acabado el partido de no haber sido por ese momento de desconexión que forzó la pérdida definitiva de su saque.
Pidió una ambulancia