
El Masters 1.000 de Madrid en su edición de 2014 ya está en marcha. Las mejores raquetas del mundo tanto en chicos como en chicas se deberían dar cita en la capital de España. Y decimos deberían, porque este año, al igual que ha sucedido en años anteriores, el torneo ha arrancado marcado por ausencias notables y 'deserciones' sorprendentes.
Las condiciones geográficas de la capital y el momento del calendario en el que se inserta (amén de algunos extraños experimentos) han dejado al torneo tocado de una especie de 'gafe' del que no termina de librarse año tras año.
En esta edición ya faltan tres de los máximos candidatos a hacerse con el trofeo. Djokovic, por lesión y Federer, por cuestiones personales (su mujer tuvo ayer gemelos) abandonaron sin haber jugado ni un sólo punto.
Otro suizo, Stanislav Wawrinka, uno de los hombres más en forma del circuito (ganó el reciente Masters 1000 de Montecarlo y el Open de Australia) cayó ayer contra todo pronóstico y en primera ronda frente al aústriaco Dominic Thiem, el número 70 del mundo. Wawrinka ocupa el número cuatro.
Así pues, el camino parece despejado para que Rafa Nadal, vigente número 1, llegue lejos después de varios años sin tocar el cielo de Madrid. Ferrer y Murray son, junto con Tsonga, los otros dos 'gallos' de la ATP con opciones de llevarse el título. Tenistas que darán brillo al evento, pero que no taparán las ausencias antes mencionadas.
Eso, siempre y cuando, alcancen las siguientes rondas. Y es que Madrid se ha caracterizado siempre por derrotas sorprendentes que, en ocasiones, se han vinculado con el deseo de los tenistas de deshacerse del torneo cuanto antes. Madrid, en definitiva, incomoda.
Incomoda porque, en primer lugar, se disputa a 600 metros de altitud, lo que acelera la velocidad de la pelota y hace de su tierra batida algo más parecido a una superficie de cemento, que a lo que los que estos héroes de la raqueta se encontrarán en Roland Garros o Roma, por poner dos ejemplos de grandes torneos sobre la arena.
Malas condiciones en las que tampoco ayuda el calendario. La cercanía de estos dos torneos hace que Madrid no sea el mejor escenario para prepararlos. Quizá si estuviese al inicio del calendario sobre tierra, los tenistas se lo pensarían dos veces, pero el hecho de aparecer entre dos eventos casi al nivel del mar (Montecarlo y Roma) le quita capacidad estratégica.
Sumen a todo ello el enfado que existió hace dos temporadas con la imposición de la tierra azul y la escasa afluencia de público hasta las rondas finales, y el resultado es un evento descafeinado que, desde que se movió del antiguo 'Rockódromo' al actual Madrid Arena, esto es, de septiembre a mayo, no ha logrado aumentar de peso en el calendario ATP hasta convertirse en el 'quinto grande' del año, tal y como querían sus organizadores.