
El tren es el vehículo del futuro. Fueron protagonistas de lujo en la historia del turismo más exclusivo en el siglo XX (Orient Express, Super Chief, Flying Scotsman...), pero fueron cediendo espacio en favor de la velocidad en el transporte con la llegada del avión. Se ganó inmediatez, pero se perdió romanticismo y el placer de disfrutar el trayecto.
Décadas después, vuelve con fuerza de la mano de un viajero ávido de experiencias y consciente del impacto medioambiental del turismo. No es casualidad que resurjan los trenes crucero de lujo. Se están renovando e inaugurando trenes, y abriendo nuevas rutas. Como el ferrocarril de lujo japonés, JR Kyushu, que acaba de presentar su exquisito tren eléctrico con cinco rutas escénicas en la tercera isla más grande de Japón, Kyushu, la misma por la que transita uno de los trenes más lujosos del mundo, el Seven Stars.
Alaska Railroad, Belmond Royal Scotsman y Venice Simplon-Orient-Express están ampliando sus ofertas. Este último, operado por Belmond, acaba de agregar tres Grand Suites a la altura de sus grandes hoteles, como el Cadogan o el Cipriani, de estilo Art Deco, con cama doble de roble, baño en suite y servicio de mayordomo las 24 horas.
Acaba de anunciarse el proyecto del nuevo tren crucero de lujo, el Dolce Vita, que recorrerá los paisajes más icónicos de Italia a través de diez rutas y llegará a 128 ciudades. Cada uno de los trenes tendrá una capacidad de 64 invitados en sus 11 vagones, con 12 cabinas de lujo y 20 suites.
El exclusivo Belmond Royal Scotsman ha empezado a incluir este 2021 el servicio de viajes privados de hasta 24 pasajeros a un precio de 35.000 libras por dos noches.
Era cuestión de tiempo, más allá del coche de lujo, el yate o el jet faltaba la exclusividad de un tren privado. El proyecto ya está en marcha, se llama G Train y ha sido ideado por el prestigioso diseñador francés Thierry Gaugain, cuyo nombre está indisolublemente unido al del lujo, que planea llevar la experiencia a un nuevo y exclusivo nivel.
Reinventando el transporte privado
Reconocido por su diseño de superyates y sus colaboraciones con el prestigioso diseñador Philippe Satr -incluido el Venus de 80 metros, propiedad de Steve Jobs-, ahora reinventa el transporte privado, con un tren inteligente de lujo, altamente tecnológico, diseñado para un solo propietario, con 14 vagones acristalados que define como "un auténtico palacio de cristal sobre rieles".
No es un tren público, ni un tren de pasajeros. Es estrictamente privado, para un único propietario, hecho a medida y diseñado para viajar por todo el mundo, un proyecto que promete reinventar los viajes en tren y el sector del viaje de lujo.
Gaugain, que comenzó como diseñador industrial, creando productos para Louis Vuitton y otras firmas de moda, se pasó al diseño de motocicletas e interiores de hoteles, más tarde a los veleros y luego a los superyates, se ha embarcado en su proyecto más ambicioso: diseñar el primer tren privado del mundo, y el más exclusivo que se haya pensado. Es una evolución natural, sobre todo teniendo en cuenta la fascinación que ha sentido por el tren desde niño.
El G Train está concebido para viajar con todos los lujos y comodidades. Tendrá 400 metros de largo y 14 vagones de cristal, pero no cualquier cristal, sino un vidrio de alta tecnología con niveles de opacidad para regular la luz. Tendrá una impresionante suite y 18 habitaciones para invitados, gimnasio, spa, vagón restaurante y espacios públicos. Una zona cuyos laterales se despliegan como alas para crear terraza al aire libre, un jardín secreto y espacio para guardar los automóviles, que seguro que pequeños pequeños no serán.
Un superequipo
Durante los últimos tres años, Gaugain ha reunido a un equipo de expertos como el constructor de trenes suizo Stadler, el fabricante de vidrio Saint-Gobain, la empresa de ingeniería británica Eckersley O'Callahan y la compañía de seguridad Marine Guard, para asegurarse de que el diseño es factible. Está en marcha, el proyecto tardará al menos dos años y medio en construirse.
No tiene dueño, todavía, porque Thierry Gaugain tenía en mente a una persona cuando lo diseñó: Laurene Powell Jobs, viuda de Steve Jobs. Su precio, nada menos que 350 millones de dólares.