Feliciano Miguel Rosendo da Silva, para más señas, el fundador de Orden y Mandato de San Miguel Arcángel, se encuentra desde ayer jueves a disposición judicial tras un rosario de denuncias que van desde abusos sexuales a sus víctimas, a blanqueo de capitales y estafa.
Así es la historia de este hombre de 54 años, natural de Vigo, que empezó abriendo una herboristería en Vigo, y de la trastienda del local pasó a tutelar las mentes de algunos adeptos con prácticas que rozan según los expertos el satanismo. Pese a este currículum, todavía hay 31 personas que siguen sus pasos.
Entre 'bastones'
Ayer, la Guardia Civil detenía a Miguel Rosendo da Silva en su domicilio de Collado Villalba, lugar al que había trasladado su casa madre, una vez que el Obispado de Tui-Vigo interviniese esta Orden y le apartase de la Iglesia. Hasta aquí, hasta la sierra madrileña, consiguió atrapar la voluntad de 30 adeptos, todavía fieles a sus enseñanzas.
En efecto, tal y como este viernes publica El Mundo, 'el Arcangel Miguel' no estaba solo. Su mano derecha era Marta Paz Alonso, una mujer conocida como Marta la Monja porque se hacía pasar por monja aunque nunca había sido ordenada como tal. Además, Rosendo se hacía acompañar por una joven gallega, cuyos padres se desencantaron de esta orden, y que junto a la 'monja' eran sus dos bastones, como reconocen exadeptos de la organización religiosa.
Desde el pasado verano, y junto a los 'bastones', Miguel Rosendo vivía en Collado en compañía de 14 personas, entre las que estarían su esposa, su hijo, un hija en silla de ruedas, su nuera de Miriam, sus dos nietas menores y una viuda y su hijo que se encargaban de las labores domésticas. No en vano, la 'secta' de Rosendo llegó a contar con casi medio millar de fieles. Tamara Falcó, hija de Isabel Preysler, acudió a ejercicios espirituales con ellos.
El 'guerrero'
Miguel Rosendo se daba a conocer entre sus seguidores como el 'guerrero'. El 'guerrero' que por la noches luchaba contra el diablo y por ello se veía obligado a purificar las almas de sus seguidores, todos ellos "soldados de un ejército celestial".
Cuentan los testigos más próximos que él aseguraba que era la "reencarnación de San Miguel Arcangel; que murió y resucitó al segundo año, y logró salir del ataúd; que predicaba que por su semen les llegaba a ellas el mismo cuerpo de Cristo; o que disertaba sobre los poderes curativos de ir con un niño a una fuente a la medianoche.
Decenas de fuentes consultadas -reproduce El Mundo- sacerdotes conectados a la nunciatura, exadeptos, padres, investigadores, párrocos de pueblo o detectives privados afirman que ésta era una comunidad en la que sí hubo abusos sexuales, rituales satánicos, anulación de la voluntad, curanderismo, irregularidades económicas y aislamiento de cerebros a pruebas familiares.
Esoterismo, paredes marcadas con cuchillo, abusos...
Así era Miguel Rosendo da Silva. Un hombre que empezó en una herboristería, en cuya trastienda del local recibía ataviado con estola sacerdotal y practicaba sanaciones de todo tipo, adornado todo ello con lectura de cartas astrales, ufología, técnicas varias de esoterismo, velas, flores o paredes marcadas con cuchillos.
Desde un principio, Rosendo llevaba a sus pacientes a u una sala pequeña con un crucifijo y aprovechaba que se relajaran. Era masajista, y "llegó a meter los dedos en una vagina a una mujer, aseguraba que sanaba los ovarios y cosas de ese tipo", cuenta un testimonio clave.
Del herborismo creció el grupo de almas que se hizo inesperable del padre-sanador. El 30 de junio de 2009, el grupo Orden y Mandato de San Miguel Arcángel recibía su aprobación como asociación pública de fieles de derecho diocesano".
Desde octubre a esta fecha, el testimonio de familiares y exadeptos ha sido determinante en la detención de esta persona que conectaba con las miguelianas (las monjas de su orden), a las que tenía acceso directo. Rosendo utilizaba diferentes elementos de consagración. Les decía "tomad y comed" para sus prácticas sexuales. Los contactos carnales eran considerados ejercicios de "limpieza" espiritual. Miguel les decía que a través de su semen les llegaba "el cuerpo de Cristo"; emulaba sonidos extraños, aparentaba estar en trance y hablar en arameo.
Así arrancó todo. Hoy; Feliciano Miguel Rosendo da Silva está a disposición judicial. Por sus delitos podrían caerle 50 años de cárcel.