
Si al arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, le pusieran una sotana blanca se convertiría en el nuevo papa de la Iglesia Católica. No se trata de un truco de magia sino de un asombroso parecido físico entre los dos religiosos, se asemejan tanto que podrían pasar perfectamente por hermanos gemelos, como dos gotas de agua. Perfil de Jorge Mario Bergoglio: el jesuita argentino moderado que será Francisco I
Según la información del diario El Mundo, además comparten muchos otros rasgos que no tienen que ver con el físico. Los que conocen bien al prelado de Valencia aseguran que se parecen también en su carácter humilde y en su estilo cercano y sencillo de tratar a los fieles. Una actitud que lleva mostrando Francisco desde el día que fue elegido papa.
El Padre Ángel, fundador y presidente de Mensajeros de la Paz y buen amigo de Carlos Osoro afirma que se parecen en todo, en lo físico, en lo humano, en lo espiritual y en lo pastoral. Esta situación genera anécdotas divertidas como cuando los niños valencianos le paran por la calle para decirle lo mucho que se parece al nuevo papa.
Monseñor Osoro es algo más joven que Francisco, tiene nueve años menos que el papa y lleva unas gafas más más modernas. Esas son algunas de las diferencias entre ambos.
Es curioso que a parte de sus semejanzas físicas también se parezcan tanto en cuanto a la personalidad. Los dos tienen una forma de ser similar, una misma opción espiritual y una idéntica vocación pastoral. Ambos son cariñosos, sencillos, cercanos y humildes con todas las personas.
Francisco lo demostró el otro día en su última aparición pública en la misa del inicio de su pontificado cuando se paró a saludar a un discapacitado y a un niño en la Plaza de San Pedro. Carlos Osoro muestra su carácter en las calles de Valencia donde se le puede ver con sus seminaristas en las fallas, visitando a la madre de un sacerdote o tomándose unas cañas en un bar. A veces le cuesta alguna crítica por querer estar en todo y a todas horas, muchos eclesiásticos le acusan de ser demasiado activo.
Los curas levantinos aseguran que no le costó nada meterse a la diócesis en el bolsillo, en menos de cuatro años se ha hecho con el cariño de todos. El obispo destaca por su acercamiento entrañable a los sacerdotes, por su amabilidad y su humildad y por tener contacto con la gente más sencilla de Valencia. Estas apreciaciones coinciden con las de la gente que conoció al antiguo obispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio. Quién sabe si dentro de algunos años Osoro se convertirá en el sucesor de aquel al que se parece tanto.