
Carlos Dívar ha cesado en su cargo como presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial desde el 21 de junio. Finalmente, la tormenta desatada por la denuncia ante la Fiscalía General del Estado del vocal del CGPJ, José Manuel Gómez Benítez, por malversación de fondos públicos contra Dívar, ha culminado con éxito. Precisamente con el éxito que no le habían deparado los órganos judiciales del país: ni la Fiscalía ni posteriormente el Tribunal Supremo vieron delito alguno en las facturas que cargó Carlos Dívar por motivo de sus viajes oficiales a las arcas públicas.
El aún presidente del Supremo ha asistido atónito a un proceso que comenzó desde el gesto surrealista de un vocal 'díscolo' -es la primera ocasión en la que un miembro del Consejo denuncia a su presidente-, al que otros siete vocales terminaron denunciando por haber presentado una denuncia sin un informe interno, seguido de una 'caliente' campaña en los medios de comunicación, y que ha culminado con una dimisión forzada.
Al contrario de lo que se ha publicado en la mayoría de los medios de comunicación, el magistrado no ha dimitido por los gastos de sus viajes oficiales. Dívar ha asegurado, en al menos tres ocasiones, tener la conciencia tranquila al haber obrado dentro de la legalidad. "No he cometido ninguna irregularidad ni moral, ni jurídica, ni política", afirmó en su comparecencia ante la prensa hace dos semanas.
El jueves, tras presentar su dimisión, volvió a insistir: "No tengo conciencia de haber hecho nada malo, pero la situación era insostenible". El magistrado, por tanto, no dimite por los gastos de sus viajes, sino porque ha sido forzado a acatar esta solución ante el desprestigio que ha sufrido el órgano de la Justicia española. Se va contra su voluntad, y con una sensación de amargura: "He sido víctima de una campaña cruel y desproporcionada".
El Supremo sentenció el 13 de junio que "todos los gastos de Dívar se acomodan a la normativa interna del CGPJ", como punto y final a la última querella interpuesta contra el magistrado. Sin embargo, el dictamen del Supremo ha demostrado ser menos poderoso que el de la opinión.
¿Qué tiene que ver Garzón?
El asunto Dívar también puede contemplarse como un iceberg con una gran masa de hielo oculta bajo la superficie, aunque no demasiado disimulada. Como ya publicó el diario El Mundo citando a los defensores del expresidente del Tribunal Supremo, la polémica armada que ha terminado asfixiándole responde a "una venganza del 'lobby' garzoniano". ¿Y qué tiene que ver el juez Baltasar Garzón en todo esto?
El ya juez inhabilitado terminó siéndolo sentencia del Tribunal Supremo mediante, que, en una decisión muy criticada desde la opinión pública, retiró del cargo al exmagistrado de la Audiencia Nacional. Dívar seguía como presidente del máximo órgano de la Justicia española, y según la opinión de fuentes próximas al alto tribunal, el magistrado no trató de impedir los procesos contra Garzón.
A ambos les ligaba una relación de amistad desde finales de los años ochenta, cuando coincidieron en la Audiencia Nacional, pero la relación se fue enfriando, tal como confirmó María Garzón, la hija del juez, durante la presentación del libro que ha escrito en defensa de su padre. Preguntada por si seguía existiendo relación de amistad entre su padre y Dívar, María Garzón fue concisa: "En la actualidad, no. Antes sí".
Deducir que Garzón pudiera estar dolido con Dívar por la dura decisión tomada por el Supremo sobre su inhabilitación, no requiere echarle la imaginación de Sherlock Holmes. ¿Y cuál es el enganche entre Garzón y la polémica Dívar? José Manuel Benítez, el vocal 'rebelde' que se enfrentó a su presidente, amigo íntimo del exjuez y abogado del mismo en varias ocasiones.
Benítez conoce a Garzón también desde finales de los años ochenta, cuando ambos se reunían en una conocida tertulia en el restaurante Lhardy y han mantenido hasta 2008 una estrecha relación, siendo Benítez el abogado personal de Garzón, hasta su entrada como vocal en el CGPJ, al tiempo que el propio exmagistrado de la Audiencia Nacional comenzó a tener problemas graves en los tribunales, materializados en tres procesos que desembocaron en su inhabilitación.
¿Ha actuado Gómez Benítez como la mano a la sombra de Garzón en el CGPJ? Sea lo que sea que haya bajo la punta del iceberg, el terremoto con epicentro en el alto tribunal del país parece que llega a su fin con la fulminación forzosa de Carlos Dívar, la víctima calculada.