
Desde que el pasado 8 de mayo el vocal del Consejo General del Poder Judicial José Manuel Gómez Benítez, presentase una denuncia ante la Fiscalía General del Estado contra Carlos Dívar, presidente del Tribunal Supremo y del mismo Consejo, por malversación de caudales públicos, la sociedad ha asistido al penúltimo espectáculo destinado a poner en duda la credibilidad de la Justicia española. La imagen de poca seriedad y responsabilidad en esta institución ha cundido rápidamente en la opinión pública por acción, entre otros agentes, de los medios de comunicación, que no tardaron en sumarse a la caza de brujas del año.
Los viajes realizados por el presidente del alto tribunal a Marbella durante los últimos tres años y medio han sido aderezados para el imaginario social con hoteles de lujo, cenas y comidas con misteriosos personajes en restaurantes de postín cargadas a las arcas públicas y cócteles en la piscina. En definitiva, pan y circo para alimentar a un pueblo que sufre de las peores tasas de paro conocidas rodeado de escándalos de corrupción política casi a diario.
Sin embargo, si nos atenemos sólo a los datos, a las cifras, una vuelta de tuerca en esta historia emerge en unos pocos segundos. Aunque quizá ésta sea menos interesante. Juzgue usted mismo.
Gastos desglosados: personales y oficiales
Los datos desglosados sobre los viajes y los gastos de Carlos Dívar en sus estancias en Marbella se han publicado en distintos medios y se encuentran a disposición del público, por lo que pueden ser consultados fácilmente. Las cuentas reflejan un total de 13.000 euros durante tres años y medio, en los que se da fe de viajes completamente oficiales, híbridos ?lo que implica una cita oficial que se alarga en la estancia por motivos personales- y privados.
Durante su comparecencia ante la prensa, el presidente del Tribunal Supremo ha explicado que, debido a su relación personal con Málaga -nació allí-, suele elegir este destino como lugar de descanso, lo que explica que se quede algunos días más en la zona tras asistir a actos oficiales. Argumentó también Dívar que, por este motivo, "disocia" los gastos oficiales de los personales durante estas estancias 'híbridas'.
Si echamos una rápida ojeada a las cuentas, enseguida comprobaremos la veracidad de las palabras del magistrado. El desglose entre costes de desplazamiento, hoteles, manutención y atención protocolaria permite discriminar este tipo de viajes. Así, Dívar asume sus gastos personales de alojamiento y manutención cuando decide alargar un viaje que sí tuvo desplazamiento oficial, y sólo carga los costes de atenciones protocolarias, esto es, gastos que realiza en función de su cargo.
Cuando se trata de viajes completamente privados, como los que tuvieron lugar en enero, febrero y marzo del presente año, el presidente del alto tribunal asume todas las facturas de desplazamiento, hoteles y dietas, como resulta lógico, y sigue realizando cargos por atención protocolaria.
Viajes oficiales: ¿dónde está el lujo?
Pero centrémonos en los viajes completamente oficiales, de los que también ha sido acusado de incurrir en el lujo. En el realizado entre el 11 y el 15 de septiembre de 2010, Dívar tuvo los mayores gastos de desplazamiento -528 euros, lo que hace pensar en un trayecto en avión- y pasó 774 euros en la cuenta de hotel y manutención. Con una sencilla operación matemática, deduciremos que el presidente del CGPJ gastó 155 euros al día contando hotel y dietas. Por consiguiente, no se sustenta la idea lanzada a la opinión pública de los hoteles de lujo y más bien, se corrobora la declaración ante la prensa del propio Dívar, quien negó el lujo de sus alojamientos matizando que los hoteles en los que se hospedó "eran bastante económicos para la zona".
Estas cifras se mantienen, e incluso descienden, en los otros tres viajes completamente oficiales: gastó 180 euros al día en hotel y manutención del 23 al 26 de septiembre de 2010, 115 euros al día del 25 al 29 de noviembre del mismo año, y 97 euros al día del 24 al 28 de marzo de 2011.
Mirando estos números, las estancias oficiales del magistrado en Marbella podrían calificarse incluso de modestas, y desde luego, muy alejadas de la estampa de cócteles en la piscina de un establecimiento de máximo lujo que se viene pintando en las últimas semanas.
Estos mismos datos han sido publicados con el exacto desglose en El País, por ejemplo, desde donde se han atribuido a Dívar desplazamientos en AVE clase Club en esta veintena de viajes por valor de 4.120 euros. Una vez más, de nuevo, una sencilla operación matemática revela que el coste por viaje sería de 206 euros, lo que tiene poca relación con los 253 euros en los que está valorado el trayecto ida y vuelta Madrid-Málaga en esta categoría, un dato que también es fácilmente comprobable entrando en la web de Renfe.
¿Qué son las atenciones protocolarias?
Las facturas por atenciones protocolarias han supuesto el gran eje de esta polémica. En primer lugar, estos gastos son los realizados en función del cargo ejercido, que en el caso del presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial se refieren a tratar temas jurídicos, lo que le compete por el puesto que representa. Este tipo de gastos, además, cuenta con una partida propia presupuestaria, según fuentes jurídicas consultadas por EcoDiario, y su justificación no es requerida en virtud de una normativa aprobada en 1996 por el CGPJ, que ahora, a petición del propio Dívar, podría modificarse para favorecer la transparencia.
Revisando este apartado en el desglose de las cuentas, éstas reflejan que el mayor desembolso de este tipo fue de 481 euros, durante el último viaje de Dívar, que duró cinco días. En otras estancias, las atenciones protocolarias han supuesto desde 78 euros hasta 270, por ejemplo, que divididas entre cuatro o cinco días de estancia, entre más de dos comensales, y atendiendo al coste medio de los restaurantes de Marbella, tampoco parecen cifras desorbitadas.
Estos montantes protocolarios hacen referencia a comidas, cenas o invitaciones surgidas a raíz de encuentros con "carácter público y oficial que no responden a relaciones personales", como aseguró el magistrado ante la prensa. El presidente del alto tribunal no ha querido revelar la identidad de las personas con las que se reunió, calificando estas reuniones de "reservadas", lo que puede ser muy lógico si tenemos en cuenta la delicadeza de algunos asuntos referentes a la justicia que pudo haber tratado. Dívar también explicó que no revela esta información por deferencia hacia los propios protagonistas.
Otro dato objetivo a destacar es que los veinte viajes realizados por el presidente del órgano de gobierno de los jueces fueron realizados durante el curso del año judicial, nunca en plenos meses de verano, cuando se podría sembrar la duda más fácilmente del carácter de estos desplazamientos. Los últimos viajes siempre se realizaron en junio y los primeros, en septiembre.
Y por acusar, que no quede. Varios diarios nacionales han hecho referencia a la preparación que recibió Carlos Dívar de un asesor de comunicación para afrontar su comparecencia ante la prensa. Han subrayado mucho esta preparación, casi pintada como en las películas norteamericanas de juicios, en las que el abogado defensor prepara con el acusado malo-malísimo una declaración a modo de teatrillo. En el caso de un magistrado, no debería resultar muy extraño que recibiese una serie de pautas para ruedas de prensa como la que tuvo lugar, ya que no se trata de una actividad cotidiana en el día a día en las instituciones judiciales.
Dívar no recibió pautas como si fuera un vil malhechor que quisiera encubrir su crimen ante un jurado popular, sino como una persona que se enfrentaba a un escenario que poco o nada tiene que ver con su actividad profesional habitual. Dívar no estaba siendo juzgado en esa rueda de prensa o, al menos, no debió ser así.
Un proceso de acusaciones cuestionable
Analizados los números y los datos fuera de interpretación, llega el momento de cuestionar todo el proceso de acusaciones contra Carlos Dívar, que se dispararon el 8 de mayo con una denuncia por parte del vocal José Manuel Gómez Benítez ante la Fiscalía. En realidad, existe una primera cuestión jurídica de formas, ya que el vocal le acusó de malversación de caudales públicos mediante una denuncia, algo que debería realizarse mediante una querella criminal, según fuentes jurídicas consultadas por EcoDiario, pero que hubieran comprometido con mayor gravedad al acusador.
Por otra parte, los cauces normales de actuación no hubieran incluido acudir en primer lugar a la Fiscalía General del Estado, sino al propio Tribunal Supremo, mediante un informe que hubiera sido estudiado por vía interna, donde se hubieran depurado los hechos. De encontrar motivos para ello, el Tribunal Supremo, tras esta investigación interna, hubiera dado parte a la Fiscalía. Y no al revés, como ha sucedido, provocando una polémica de ingentes dimensiones en la opinión pública.
Diez días ha tardado la Fiscalía en archivar la denuncia de Gómez Benítez, y apenas en dos días el Tribunal Supremo ha archivado otra denuncia en el mismo sentido del abogado José Luis Mazón contra Dívar. En el pleno del CGPJ que trató este tema, cinco vocales pidieron la dimisión del presidente, frente al respaldo de los otros 15. De ellos, siete pidieron otra dimisión, pero la del propio Gómez Benítez como instigador del escándalo generado en torno a este asunto, y que ha puesto en entredicho a la propia institución.
Este modo de proceder, deja la cuestión, ya interpretativa, de las verdaderas motivaciones de lo sucedido. ¿Se trata de una venganza personal contra Carlos Dívar? Quien la haya urdido, desde luego, no podrá estar más satisfecho, porque el daño al órgano de la Justicia y a la persona están ya hechos, pese a un posterior archivo de todas las denuncias.
El presidente del Tribunal Supremo lamentó el daño causado por la imagen que se ha dado del CGPJ durante estos días, pero también acometió con determinación su decisión de continuar en el cargo "por responsabilidad" y porque la dimisión, a su entender, supondría un reconocimiento de culpabilidad. "No he cometido ninguna irregularidad ni moral, ni jurídica, ni política", aseguró en su comparecencia ante la prensa.