
La versión oficial del proceso dimisionario del Rey Juan Carlos sitúa la decisión en el entorno de la onomástica del monarca, el pasado 5 de enero, en que cumplió 76 años. Pero, ¿qué pasó realmente el 2 de junio?
En las proximidades de aquella fecha, habría adquirido la certidumbre de que lo más conveniente era provocar el rejuvenecimiento de la Corona mediante el acceso al Trono del Heredero, con la consiguiente renovación generacional. Al informar de ello al presidente del Gobierno, al líder de la oposición y a su entorno personal, habría puesto en marcha el proceso, que desembocó el pasado día 2 de junio en el anuncio efectuado por Rajoy, primero, y por el propio Rey, después, de la materialización de la medida, plasmada en una ley orgánica actualmente en vías de aprobación en el Parlamento. El refrendo por el Rey de dicha ley será su último acto como jefe del Estado, y don Felipe será proclamado Rey el día 19.
¿Una decisión inesperada?
La decisión fue inesperada porque el Rey siempre se había mostrado reacio a retirarse y en más de una ocasión había enfatizado su supuesta obligación de permanecer al mando de la nave hasta el final. También, porque estaba mejorando físicamente de sus achaques, y porque, en todo caso, parecía lógico pensar que, de marcharse, lo haría después de que quedara definitivamente resuelto el 'caso Urdangarin'.
No hay motivo para dudar de la veracidad de esta secuencia, como no sea por la extrañeza que produce que un secreto de esta envergadura no trascendiera en medio año de larvarse. En todo caso, es claro que las razones del Rey para abdicar habrán sido complejas y no lineales, y algunas de ellas no trascenderán jamás por estrictamente privadas.
En todo caso, algunos analistas se han mostrado escépticos y Federico Castaño, periodista de El Confidencial, sostiene hoy la tesis de que su marcha se debe fundamentalmente a que Rubalcaba, su gran valedor en el PSOE, se aparta de la primera línea y deja paso, él también, a una renovación generacional que puede debilitar el apoyo que el gran partido de centro-izquierda ha prestado a la monarquía desde la transición.
La fuente de semejante versión sería el entorno regio: amigos de don Juan Carlos habrían escuchado de sus labios que sólo el PP y la dirección saliente del PSOE han apoyado incondicionalmente al Rey Juan Carlos en todo momento y sin ambigüedades, en tanto varias federaciones socialistas, UPyD y los nacionalistas se han comportado con tibieza.
Si non è vero, è ben trovato: sea o no cierta esta confidencia, parece claro que don Juan Carlos, que no es precisamente un advenedizo en política, ha tenido que realizar este análisis, y aun algún otro todavía más preocupante: la abdicación, que requiere la correspondiente ley orgánica, resultaría mucho más compleja e incierta con un parlamento muy fragmentado, sin mayorías absolutas y con un bipartidismo debilitado, como puede ser el de la próxima legislatura si no cambian las tendencias. En este sentido, la abdicación era de todo punto inaplazable.