La heredera del imperio cosmético abandona su puesto como consejera no ejecutiva, dejando una huella profunda en la historia del grupo y asegurando la continuidad familiar a través de sus hijos.
Françoise Bettencourt Meyers, heredera del gigante de la belleza fundado por su abuelo Eugène Schueller en 1909, deja esta semana el consejo de administración de L'Oréal, tras expirar su mandato como consejera no ejecutiva. Se pone así fin a una etapa de casi treinta años en el máximo órgano de gobierno de la empresa, los últimos cinco como vicepresidenta. Su puesto ha sido asumido, según se comunicó en abril, por su hijo Jean-Victor Meyers, quien representa la tercera generación de la familia al frente del grupo.
La marcha de Bettencourt Meyers no supone sin embargo, una retirada del entorno estratégico de L'Oréal. La familia continuará desempeñando un papel central a través del holding Téthys, principal accionista de la compañía, cuya presidencia ostenta la propia Françoise. Esta sociedad está representada en el consejo por sus hijos Jean-Victor y Nicolas Meyers, así como por su consejero delegado, Alexandre Benais.
Un gigante de 200.000 millones de euros
La salida formal de Françoise Bettencourt Meyers se produce en un momento de notable fortaleza para el grupo. L'Oréal ha incrementado su valor en bolsa casi un 10% en lo que va de año, alcanzando una capitalización cercana a los 200.000 millones de euros. En los últimos cinco años, pese a las turbulencias del mercado, el valor de la acción se ha revalorizado más del 30 %.
En su carta semestral a los accionistas, publicada este verano, L'Oréal Finance destaca que el rendimiento total anual para el accionista —considerando la revalorización bursátil y los dividendos, sin incluir impuestos ni comisiones— fue del 9,2 % entre el 30 de abril de 2020 y el 30 de abril de 2025.
Un ejemplo práctico ilustra el impacto de esta evolución: una inversión de 15.000 euros en acciones de L'Oréal en 2020 habría alcanzado un valor de 42.183 euros cinco años después, siempre que se hubieran reinvertido los dividendos.
Este crecimiento ha estado acompañado de una política sólida de retribución al accionista. "La calidad de nuestros resultados nos permite proponer un porcentaje récord de beneficios destinados a dividendos, del 55,3 %", ha señalado Jean-Paul Agon, presidente del consejo de administración.
Innovación, expansión y liderazgo global
La gestión de Bettencourt Meyers ha coincidido con un ciclo de expansión y consolidación industrial para L'Oréal. En 2024, el grupo logró un margen operativo del 20 %, gracias a su inversión constante en innovación, internacionalización y excelencia operativa.
"El crecimiento sostenido se debe a la inversión continua en nuestras marcas, lo que alimenta el círculo virtuoso de la rentabilidad", afirma el consejero delegado, Nicolas Hieronimus. Solo en 2024, la compañía invirtió más de 1.300 millones de euros en investigación y desarrollo. Entre los avances destacan herramientas basadas en inteligencia artificial, dispositivos de diagnóstico cutáneo como el Cell BioPrint —capaz de realizar un análisis personalizado de la piel en cinco minutos— y estudios en ciencia de la longevidad.
Además, L'Oréal ha fortalecido su portafolio de marcas. En 2024 cerró la adquisición de Dr.G, una destacada firma coreana de dermocosmética. También firmó acuerdos de participación minoritaria en dos casas de lujo con fuerte proyección internacional: Jacquemus y Amouage.
"Jacquemus complementará nuestra cartera de marcas icónicas en la división L'Oréal Luxe y reforzará nuestro liderazgo global", indica la empresa en su comunicación a los accionistas. Sobre Amouage, resalta que "ha redefinido el arte árabe de la perfumería y sus creaciones están presentes en los principales puntos de venta de lujo del mundo".
Un modelo empresarial con rostro humano
Uno de los legados más valorados de Bettencourt Meyers ha sido su firme defensa de un modelo empresarial centrado en las personas. Junto a su esposo, Jean-Pierre Meyers, ha impulsado la participación accionarial de los empleados, promoviendo una cultura empresarial en la que el éxito se comparte.
"El bienestar y la realización de nuestros empleados han sido siempre su principal preocupación. Ha fomentado activamente la propiedad accionarial interna como muestra de confianza en quienes hacen posible el crecimiento del Grupo", afirma Jean-Paul Agon.
Este ejercicio, el plan de participación accionarial para los empleados se ha convertido en una práctica anual. En su edición más reciente, los trabajadores pudieron acceder a 300.000 acciones con descuentos sobre el precio de referencia y bonificaciones ligadas a su antigüedad en la empresa.
Además, L'Oréal ha reforzado su implicación cultural, culminando este ciclo con la exposición "De toutes beautés !" en el Museo del Louvre. La muestra, inaugurada en noviembre de 2024, recorre 10.000 años de historia visual de la belleza a través de 108 piezas únicas. Permanecerá abierta hasta 2027 y representa una apuesta por la expansión de la compañía hacia nuevos territorios adyacentes al mercado tradicional de la cosmética.
El final de una etapa, el inicio de otra
Con su salida del consejo, Françoise Bettencourt Meyers culmina una etapa marcada por el crecimiento, la innovación y la preservación del espíritu fundador de L'Oréal. La continuidad queda garantizada con la presencia de sus hijos en el máximo órgano de gobierno, reafirmando el papel de la familia como guía estratégica del grupo.
"Ha acompañado el desarrollo de la empresa, proporcionándole tanto la ambición como los medios para crecer y prosperar de forma continua. También ha sido la guardiana del espíritu de L'Oréal. Y ha transmitido la llama que la impulsa a sus dos hijos. Esta continuidad es un activo invaluable para el Grupo. La grandeza de L'Oréal ha sido el credo de su familia durante 116 años. Ha sido también el suyo desde el principio", indica Jean-Paul Agon.
La heredera del imperio ha sabido combinar la responsabilidad empresarial con una visión a largo plazo, dejando un legado que sigue vivo en el presente y proyectado hacia el futuro.