Belleza

Por qué gastarse 800 euros en unas zapatillas de deporte de Balenciaga: ¿una inversión o un capricho?

Dreamstime.

Gastar 800 euros en unas zapatillas Balenciaga puede parecer un capricho superficial, pero para muchos es una declaración estética, un símbolo identitario y, en algunos casos, una inversión consciente. En tiempos donde la moda es también discurso, cada paso cuenta.

En un mundo en el que la moda urbana se ha convertido en símbolo de estatus, gastarse 800 euros en unas zapatillas deportivas ya no es una excentricidad reservada a las celebridades. Las sneakers de lujo, como las que ofrece Balenciaga, han dejado de ser simples accesorios para convertirse en objetos de deseo, piezas de colección y, para algunos, incluso en inversiones a largo plazo. Pero ¿qué justifica realmente ese precio?

En primer lugar, el diseño. Las zapatillas de Balenciaga no son convencionales. Con una estética atrevida, volúmenes exagerados y una silueta reconocible al instante, modelos como las Triple S o las Speed Trainer han marcado tendencia y han redefinido los límites entre lo deportivo y lo artístico. Son piezas pensadas no solo para ser calzadas, sino para ser vistas, comentadas y fotografiadas. En la era de Instagram y TikTok, donde cada prenda comunica, estas zapatillas gritan exclusividad.

El segundo argumento es la calidad. Fabricadas en materiales de alta gama —tejidos técnicos, pieles nobles, suelas moldeadas con precisión—, estas zapatillas no solo prometen durabilidad, sino también comodidad. La ingeniería detrás de cada par busca equilibrar ergonomía y estilo, algo que no siempre se encuentra en el calzado de moda. Además, el proceso de producción, muchas veces artesanal o altamente especializado, también influye directamente en el coste.

Otro factor determinante es la marca. Balenciaga no es una firma cualquiera. Fundada en 1917 por el diseñador español Cristóbal Balenciaga y ahora bajo la dirección creativa de Demna Gvasalia, la casa se ha consolidado como una de las más influyentes de la moda contemporánea. Comprar unas zapatillas Balenciaga no es solo adquirir un objeto, sino formar parte de una narrativa de vanguardia, irreverencia y sofisticación. El logotipo en sí ya representa un código cultural compartido por quienes entienden el lujo como un lenguaje.

Y no menos importante: la exclusividad. La producción limitada, las colaboraciones puntuales y la rápida rotación de modelos hacen que ciertos pares se agoten en horas, aumentando su valor en el mercado secundario. En algunos casos, unas zapatillas que salieron por 800 euros pueden duplicar su precio en plataformas de reventa en cuestión de semanas.

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