La Calendula officinalis es una planta herbácea que pertenece a la familia de las asteráceas. Considerada como medicinal desde la Antigua Grecia, su nombre significa primer día del mes ya que se trata de una planta que florece, generalmente, la mayoría de los meses del año.
Origen
Su origen se remonta a los países situados alrededor del Mediterráneo: sur y centro de Europa y países del norte de África. Su uso se intensificó a partir del siglo XII, siendo una de las principales medicinas para curar heridas durante la Primera Guerra Mundial.
¿Cómo se puede tomar?
La forma más común de tomar la caléndula es como infusión. Tan sencillo como infusionar en agua caliente la flor seca o fresca (cuatro cucharadas por litro de agua) durante diez minutos para conseguir que la caléndula desprenda todas sus propiedades.
Ahora bien, también se usa en la cocina. Sus hojas son idóneas para añadirlas en ensaladas y sus pétalos dan un toque de color a cualquier plato. Incluso, se emplea en guisos o arroces, aunque aporta un sabor bastante amargo que puede no ser del agrado de todo el mundo.
Beneficios
Entre sus propiedades, cabe destacar las siguientes:
- Reduce la inflamación y fomenta la formación de nuevos tejidos.
- Es una planta valiosa para la delicada piel de los bebés. En concreto, ayuda a complementar la acción celular de la piel y reforzar la resistencia de los tejidos de manera duradera para que pueda desarrollar su papel protector.
- Contrarresta el efecto de los rayos ultravioletas y la contaminación ambiental.
- Es un analgésico tanto en uso externo como interno.
- Es antiinflamatoria, antioxidante natural y calmante.
Recomendaciones
Los expertos, cabe destacar, recomiendan que si vamos a usar caléndula es importante escoger aquella que proceda de cultivos ecológicos y de proximidad. Solo así, y con nada más, tendrás la certeza absoluta de que conserva todas las propiedades anteriormente citadas.
