Política

25 de octubre sin Consulta

Hoy, 25 de octubre, se cumplen 29 años del referéndum del Estatuto de Guernica, que en 1979 consagró el vigente régimen de autonomía vasca. Aquella fecha pretendía conmemorar la del 25 de octubre de 1839, fecha de la promulgación de la ley de confirmación de los fueros de las Provincias Vascongadas y de Navarra, sin perjuicio de la unidad constitucional de la Monarquía.

Y hoy, como es bien conocido, pretendía Ibarretxe celebrar su célebre consulta, que, aunque planteada como una especie de encuesta, atufaba insoportablemente a un inconstitucional referéndum de autodeterminación.

Finalmente, la consulta no se ha celebrado ya que las instituciones del Estado democrático lo han hecho imposible después de dictaminar, con absoluta seguridad jurídica, que la iniciativa no cabía en las previsiones constitucionales. Y la inconstitucionalidad es tan obvia que, al fin, el tripartito vasco, impulsor de la idea, ha desistido de realizar protestas demasiado ruidosas, que la opinión pública, muy escéptica con la descabellada propuesta, no hubiera tolerado. Por supuesto, las amenazas de llevar la cuestión a los tribunales europeos se han desvanecido como por ensalmo.

La pertinacia obstinada de Ibarretxe es incansable, y los fracasos sucesivos de su pintoresco plan, tumbado en el Parlamento español, y de la Consulta, desactivada rotundamente por el Tribunal Constitucional, no lo han convertido al realismo. Además, el PNV, desorientado, no es capaz de sustituirlo como candidato a la lehendakaritza en las elecciones autonómicas que tendrán lugar en primavera. Así las cosas, la sociedad vasca tiene la gran oportunidad de tomar una decisión de verdadera salubridad pública: provocar la alternancia en Euskadi, lo que supone también desactivar las grandes redes de clientelismo que se han creado en estos casi treinta años de hegemonía nacionalista ininterrumpida e infligir un nuevo daño intelectual y moral a ETA, cada vez más aislada y detestada.

Euskadi disfruta de la mayor autonomía de su historia (de la real, no de la inventada por el romanticismo nacionalista) y goza de una prosperidad sin precedentes en su actual statu quo, con el que una significativa mayoría vasca se siente cómoda. Cabe, evidentemente, reformar el marco institucional, a la manera catalana o por cualquier otro medio previsto constitucionalmente, pero ello ha de hacerse sin abdicar ni siquiera indirectamente del gran objetivo preferente que es la erradicación de la violencia, la definitiva desaparición de ETA, una organización criminal que, en su atroz desprestigio, ha perdido incluso la oportunidad de negociar su propio final.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky