Beirut, 29 sep (EFE).- Un coche-bomba estalló hoy en la ciudad libanesa de Trípoli en un atentado que causó al menos cuatro muertos y treinta heridos, y que rompió la frágil estabilidad que vivía el norte del país tras un acuerdo de reconciliación entre suníes y chiíes.
El artefacto estalló hacia las 07.45 hora local (04.45 GNT) al paso de un autobús que transportaba militares en el barrio de Bahsal de Trípoli, y que se dirigía desde esa ciudad septentrional a Beirut.
Al menos cuatro personas murieron y otras 30 resultaron heridas en la explosión, según confirmaron fuentes de las fuerzas de seguridad, mientras que los informes iniciales de la televisión hablaban de que las víctimas mortales eran cinco.
El artefacto contenía 500 gramos de explosivos y estaba lleno de plomo y de otros objetos de metralla para que causara muchas víctimas. La explosión ocasionó graves daños materiales en los negocios y edificios cercanos.
Esta explosión es la segunda dirigida contra el Ejército libanés en la ciudad de Trípoli, ya que el 13 de agosto pasado un acto similar mató a once personas, entre ellas nueve militares.
El ministro del Interior libanés, Ziad Barudi, convocó una reunión extraordinaria del Consejo Central de Seguridad, que agrupa a los principales responsables de la seguridad en el país, y para ese efecto se entrevistó con su homólogo de Defensa, Elías Murr.
En un comunicado, el Ejército, que no dio una cifra oficial de víctimas, afirmó que este atentado está dirigido contra "la seguridad y la estabilidad en el país, y los esfuerzos de reconciliación".
La ciudad de Trípoli es escenario desde mayo pasado de cruentos combates entre grupos rivales que se creían superados después de que el pasado 8 de septiembre se lograra un acuerdo entre los principales líderes suníes, miembros de la mayoría, y alauíes, cercanos a la oposición encabezada por el grupo chií Hizbulá.
Además, la tensión prevalece en la parte norte del país desde que el año pasado el Ejército combatió al grupo radical suní Fatah al Islam, atrincherado en el campamento de refugiados palestinos de Naher el Bared, cerca de Trípoli.
El Ejército libanés logró vencer a los islamistas después de tres meses de combates, que causaron al menos 400 muertos, casi la mitad de ellos militares.
El atentado de hoy se produce en un momento en el que los líderes libaneses han iniciado un diálogo nacional, bajo el liderazgo del presidente Michel Sleiman, en un intento por poner fin a la violencia en el país.
Además, la explosión de hoy se registra dos días después de que otro coche-bomba estallara en Damasco y causara 17 muertos, un atentado que, según las autoridades sirias, es obra de grupos islamistas suníes.
Una fuente militar occidental que prefirió mantener en reserva su identidad dijo a Efe que el atentado de hoy está conectado con el de Damasco y con todo lo que sucede en esa zona del Líbano.
Recordó que la región de Trípoli está controlada por la brigada que tenía a su cargo el sur del Líbano, cuyo jefe es un general cristiano, y afirmó que, en ese sentido, es evidente la lucha por el control de esa zona.
El atentado ha sido condenado unánimemente por los líderes políticos libaneses. Según el jefe del Parlamento, Nabih Berri, la acción busca frustrar los esfuerzos de reconciliación en el Líbano y está dirigida contra una institución, el Ejército, que es "la columna" del país.
El secretario general del Movimiento de Unificación Islámica, el jeque Bilal Chaaban, aseguró que el atentado nada tiene que ver con la reconciliación entre suníes y alauíes firmada el 8 de septiembre en Trípoli, y opinó que está destinado a impedir que el Líbano se dirija hacia un periodo de estabilidad.
Para el ex primer ministro Nayib Mekati, que suele mantener posiciones neutrales, el objetivo del atentado era el Ejército, una institución que "sigue unida y por ello es blanco de atentados".
Por su parte, el diputado de Trípoli Misbah Ahdab, declaró a la televisión que la explosión de hoy se inscribe en los intentos para destruir el Ejército, el Estado y el resto de los ciudadanos libaneses.