Política

SodaStream traslada su burbuja de convivencia de territorio ocupado a Israel

Lehavim (Israel), 15 sep (EFE).- La empresa SodaStream, que en 2014 estuvo en el epicentro de la campaña palestina para el boicot a Israel, trata de dejar atrás la polémica y mañana bajará el interruptor en la principal línea de producción que tenía en el territorio ocupado de Cisjordania.

"El último día de producción está programado para el 16 de septiembre", confirma su gerente, Daniel Birnbaum, quien no obstante asegura que la decisión de trasladar la que era hasta ahora su principal fábrica no está relacionada con asuntos políticos, sino con "intereses económicos".

La empresa ha experimentado en el último lustro un importante crecimiento a escala global en ventas y beneficios, según su ficha en la bolsa de Nueva York, y requería un centro de operaciones mucho mayor que el tiene en la colonia de Maalé Adumim.

Sus nuevas instalaciones se encuentran ahora en un parque industrial en el desierto del Negev, junto a la ciudad beduina de Rahat, en un proyecto destinado a crear empleo en una de las zonas más pobres del país.

Allí conviven y trabajan desde comienzos de 2015 cientos de empleados árabes-israelíes (el 77 % beduinos), un millar de judíos (47 % inmigrantes etíopes y rusos) y 120 palestinos trasladados a diario desde Cisjordania.

"Nuestro proyecto consiste en dar trabajo a gente que de otra manera no lo tendría y nos encanta la idea de tener a gente que supuestamente se deberían odiar los unos a los otros, pero que aquí trabajan juntos en paz y armonía", afirma el ejecutivo, durante una visita organizada para un reducido grupo de periodistas.

SodaStream ha estado sometida a un intenso acoso por parte de la campaña internacional de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) a Israel desde 2010, que se intensificó cuando en 2014 la firma de bebidas contrató a la actriz Scarlett Johansson como imagen comercial, coincidiendo con una caída del 50 % en las ventas en EEUU y el consiguiente desplome de sus acciones en el índice Nasdaq.

Cofundador del BDS, Omar Barguti atribuye a su grupo el traslado, en lo que considera "una victoria transparente sobre una odiosa firma israelí cómplice (de la ocupación)".

"Hay otros factores que han afectado al desplome de SodaStream, pero BDS fue uno de los más eficaces y consecuentes", afirma en declaraciones a Efe, al recordar que dos grandes cadenas en Estados Unidos y el Reino Unido dejaron de vender sus productos como consecuencia de sus presiones y que el multimillonario George Soros se desprendió de sus acciones en la empresa.

Si la pronunciada bajada de 72 a 22 dólares por acción fue realmente consecuencia del boicot es difícil de saber porque, en términos económicos, la firma experimentó a escala global un más que notorio crecimiento en los cinco años de campaña del BDS.

Para Birnbaum, "en Estados Unidos, el BDS casi no tiene influencia y justo en los países donde la campaña es más popular -como Francia, Alemania y Suecia- nuestras ventas han aumentado en porcentajes de dos dígitos".

El enfrentamiento llegó al Congreso estadounidense el pasado julio, donde el ejecutivo calificó de "isla de la paz" su proyecto de integración social.

Perteneciente a una corriente de israelíes que creen en la paz económica y social hasta que llegue la "política", el directivo lamenta que "aquí no hay con quien hablar cuando se trata de la paz".

"Todos están ocupados con la guerra, pero nosotros demostraremos que podemos vivir juntos", sentencia.

Ali Jafar, palestino de 39 años y padre de cinco hijos que todos los días recorre unos 100 kilómetros hasta llegar a la nueva planta, tampoco ahorra críticas: "¿Qué hemos ganado del cierre? Allí trabajan 1.200 palestinos y ahora estos pobres se han quedado sin trabajo".

Con un amplio apoyo en la sociedad palestina, que es mucho menor en los círculos políticos de la ANP, el BDS contempla y es consciente de este daño, pero considera que es "el precio que hay que pagar por la libertad, justicia e igualdad".

"Tenemos en cuenta el precio de la resistencia y desarrollamos estrategias para hacer el régimen de opresión israelí mucho más costoso para el opresor que para el oprimido", se justifica Barguti, contra el que hace varios años miles de israelíes presentaron una petición para que fuera expulsado de la Universidad de Tel Aviv, en la que estudiaba.

En esta lucha política la que sin duda ha salido ganando es la población beduina.

"La fábrica es un apoyo para nuestra comunidad: está cerca de casa y es buena especialmente para las mujeres. Ayuda a Rahat y a todo el sur", sentencia Haifa, de 30 años, mientras mide la presión de las válvulas por las que el aparato de SodaStream inyecta las burbujas de gas en el agua.

Un aparato que, lejos de la polémica, sirve de trasfondo a una más que inusual burbuja de convivencia entre personas que se niegan a ser enemigas.

Por Elías L. Benarroch

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