Política

Rosa Díez, al borde del abismo, aumenta su lista de 'muertos políticos en UPyD'

Rosa Díez en un desayuno informativo. Imagen: EFE

El carácter autoritario de Rosa Díez es casi un tópico. Un tópico que puede abocar a su formación, levantada por ella, al más absoluto de los abismos tal y como reflejan las distintas encuestas publicadas. En su aferramiento, en su indisponibilidad a observar la realidad política, UPyD se desangra mientras siembra su carrera de una larga lista de muertos políticos.

El trayecto hacia el proceso electoral que arranca el 22 de este mes con las autonómicas andaluzas y proseguirá con las municipales, autonómicas, catalanas y generales, está siendo un calvario para Rosa Díez, que ve cómo su espacio político, cuidadosamente elaborado por el procedimiento de diferenciarse de las formaciones mayoritarias, está pasando a manos de Ciudadanos, una organización más moderna, con un liderazgo mejor construido, menos encorsetada y con una posición realista que ya le dio resultados en Cataluña.

Como es conocido, Ciudadanos hizo la primera incursión en la política estatal el pasado mayo, en las elecciones europeas. Obtuvo entonces unos quinientos mil votos y dos eurodiputados.

El carácter de Rosa Díez

El carácter autoritario de Rosa Díez es casi un tópico. La lideresa de UPyD, que salió de mala manera del PSOE, maneja el partido con mano de hierro y, por lo que parece, conserva celosamente en exclusiva sus siglas y su liderazgo, como si temiera perder aquellas y enajenar éste.

Claro que semejante cerrazón -endogamia, podría decirse- impide aprovechar las oportunidades, crecer por absorción o por fusión, abarcar otras zonas contiguas del espectro y evitar así, de paso, que surjan competidores en el mismo espacio.

La negativa a cualquier fusión, que habría sido aprobada en un congreso y exhibida después por Díez como un tótem, está creando al pequeño partido problemas de gran calado, que tienen difícil solución. De entrada, es difícil controlar a la militancia, que ve cómo se pierden oportunidades sin una razón ideológica que lo justifique.

En un partido dogmático, la preservación de la identidad puede ser esencial; pero en un partido abierto, liberal, oportunista en el más amplio sentido de la palabra -por definición, las bisagras aprovechan los espacios vacíos-, el concepto de ortodoxia no tiene sentido.

Ello explica las defecciones resonantes que ha padecido la frágil organización de UPyD, que han transmitido la impresión de que el partido tiene una estructura autoritaria, incapaz de permitir el debate interno y de flexibilizar las posiciones.

La marcha de Sosa Wagner -y la campaña de descalificaciones que tuvo que soportar el eurodiputado- ha hecho mucho daño a la imagen de esta formación, que ahora padece los efectos rupturistas de una corriente interna, 'La ciudadanía es lo primero', encabezada por Enrique Calvet (otro de los cuatro eurodiputados que tiene el partido), que vuelve a presionar a favor de la fusión con Ciudadanos y ataca ya directamente a la cúpula: propone refundar el partido y cambiar a la dirección por llevarlos a todos "a la catástrofe".

Todas las encuestas aseguran que Ciudadanos, que estaría experimentado a pesar de sus pocos medios un ascenso espectacular, les ha ganado la partida y puede dejarlos reducidos a la irrelevancia (la LOREG dispone que en las generales y en las municipales y autonómicas rige el límite del 5% de los votos para obtener representación). Por el contrario, la fusión de las organizaciones centristas, que está siendo instada por Ciudadanos, podría generar un actor de mucho peso en una serie de elecciones en las que se prevé una caída muy significativa del voto de las formaciones que han escenificado hasta ahora el bipartidismo.

Díez sabe que una fusión como la que desean sus conmilitones daría todo el poder al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, y supondría probablemente el fin de su carrera política. Pero la resistencia numantina puede llevarle también irremisiblemente al mismo destino, y al menos de la otra manera saldría de escena con mucha mayor gallardía.

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