Política

La soledad de Teresa Rodríguez, la candidata inevitable de Podemos en Andalucía

Teresa Rodríguez con Pablo Iglesias. Imagen: Archivo

Parece que han pasado años desde aquel 25 de mayo. Sin embargo, el calendario advierte de que se han quemado solamente ocho meses y 19 días desde la noche en la que Pablo Iglesias llamaba, entre vítores, "al duelo y a la calma" por los cinco diputados y el millón doscientos mil votos que había cosechado Podemos en las elecciones europeas.

Paradójicamente, la memoria política consagraba al ganador de aquellos comicios con un 7,96% de los sufragios. Se vestía de largo una nueva formación, hija putativa del 15-M para unos, prima lejana y un poco ególatra para otros, llamada a "asaltar los cielos" del electorado español y dinamitar el bipartidismo.

En un alarde de constricción y savoir faire político, Iglesias lamentaba en su discurso no haber conseguido derrotar a "la casta". El mensaje pactado era que quedaba mucho por hacer. Y vaya si quedaba. En el modesto escenario, el televisivo líder aparecía arropado por sus más estrechos colaboradores: Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón y Carolina Bescansa. El núcleo duro de Podemos. Pero no estaban solos.

En un flanco, como escondida, con una camiseta verde en defensa de la educación pública, una "mujer pegada a un megáfono" esperaba paciente su turno de palabra como si la cosa no fuera con ella.

Iglesias dedicó loas a Errejón y a Monedero, pero no estuvo especialmente efusivo presentándola ni bendijo su entrada con agradecimientos especiales ("Qué orgullo de eurodiputada, un aplauso"), como si no se conocieran demasiado. Extraña introducción para la en aquel momento número 2 de Podemos, si no fuera porque existía una razón.

Como partido instrumental, Izquierda Anticapitalista había proporcionado a la recién nacida formación la infraestructura necesaria para montar una candidatura en tres meses a cambio de asegurarse la segunda posición de las listas concentrando los mil y pico votos de su militancia en unas primarias abiertas en las que la única cara conocida era la del presentador de la Tuerka, ya bastante presente en tertulias y debates televisivos. Las encuestas más optimistas daban dos diputados a Podemos e Izquierda Anticapitalista tenía que echar el resto para conseguir por fin representación en algún parlamento. La ocasión lo merecía.

La candidata 'infiltrada' hacía acto de aparición. Habló en tercer lugar tras Iglesias y Monedero. Enfiló el micrófono emocionada: "Qué alegría y que responsabilidad a partes iguales". Era la entrada de Teresa Rodríguez en la política real, la de los titulares de periódico y los platós de televisión. La inevitable. Atrás quedaban más de 15 años de activismo autóctono en Cádiz -a sus 33-, una dilatada militancia en IU de Andalucía, su ruptura con la coalición y la decisión de fijar la mirada en nuevos horizontes en forma de proyecto electoral, primero a través de la fundación de Izquierda Anticapitalista y después integrándose en aquella 'locura' fingida y muy medida de un grupo de profesores universitarios expertos en comunicación política. Pero sin atril en la Complutense.

Un inicio prometedor, el de aquella noche de mayo, que ha llevado a la profesora de secundaria por el camino de la alternativa, de la 'disidencia' asamblearia, presentando una candidatura enfrentada a Pablo Iglesias junto a su compañero de batalla y también eurodiputado Pablo Echenique en el proceso de fundación del partido.

Una decisión que la obligó a romper con la cúpula tras la victoria sin paliativos de la propuesta personalista de Iglesias, en un camino de ida y vuelta en el que ha sabido volver a acercarse -o la han vuelto a acercar- al poder central del partido para conseguir ser la candidata en Andalucía, previo paso por primarias encabezando la lista 'de Pablo'. Quizás por el sorpresivo adelanto electoral de Susana Díaz, quizás por contar con una cara conocida sin tiempo para maniobrar. O tal vez por la confianza en Rodríguez y por el cambio. Quién sabe.

Un par de desplantes después y tras unas elecciones internas salpicadas por la denuncia de reuniones de despacho y falta de neutralidad, la 'soledad' de Teresa Rodríguez a los mandos andaluces y su ya escenificada lejanía de Madrid es palpable y reconocible. Podemos ya está en la edad del pavo como partido político, con sus primeros pactos y sus simulacros de reuniones informales, con sus filias y sus fobias incipientes. Con sus clanes. Algo irrenunciable cuando se entra en el juego de la democracia representativa. Y Teresa Rodríguez parece haberse traído sus propias fichas a la partida. Las urnas esperan impacientes.

Primarias polémicas

Preparar unas primarias en un partido aún en pañales no es tarea fácil. Hacerlo en la comunidad autónoma más poblada de España deprisa y corriendo empeora la situación. Que la única salida práctica sea contar con una crítica confesa a la organización estructural y al personalismo de Iglesias y compañía te mete definitivamente en problemas. Porque los ha habido y muchos. Para conseguir el 'aquí y ahora' del objetivo de ganar las elecciones generales no se puede dejar nada a la improvisación, y en Podemos no están dispuestos a arriesgar ni lo más mínimo y menos con un 15% en las encuestas andaluzas. Un pinchazo en el gigante del Sur sería demoledor.

Por eso se han "aparcado" las diferencias entre Iglesias y Rodríguez y se ha apostado por una candidatura "de unidad" que finalmente ha logrado más de 80% de los votos internos, unos resultados que se han conocido este mismo lunes. Tras un par de mensajes públicos acerca de la renovada cercanía y la supuesta superación de los desacuerdos, Íñigo Errejón y Sergio Pascual, dos pesos pesados del partido en Madrid (secretario de Comunicación y Estrategia Política, y secretario de Organización, respectivamente) desembarcaban en tierras andaluzas. También estuvo por allí la secretaria de Análisis Político y Social, Carolina Bescansa.

A pesar de que Rodríguez abandonó el comité organizador de las primarias -para el que había sido elegida-, tanto control y tanta preocupación desde Madrid hizo estallar a la candidata de la lista alternativa Andalucía desde Abajo, Rocío Filpo, que solo pudo conseguir 13,45% de los votos, y que desde un primer momento denunció falta de neutralidad y la tendencia a actuar como un partido convencional.

Y es que fuentes internas del partido aseguran que la supervisión ha sido máxima. Se revisaron con lupa la lista de 64 nombres de la candidatura encabezada por Rodríguez, Andalucía sembrando futuro, descartando dirigentes señalados de la CUT y el SAT como Juan Manuel Sánchez Gordillo y Diego Cañamero, máxime cuando este último tenía un juicio pendiente. Es más, se acabó matizando algunos nombres y presentado un perfil más académico que el que inicialmente planteaba Teresa Rodríguez.

En paralelo, se ha insistido hasta la saciedad en la unidad de mensaje para que no se contamine la marca en esa persecución del voto de centro y moderado que buscan todos los partidos, algo clave si se quiere ir a ganar. Por esta razón, se ha hecho dogma la máxima de que "lo que salga de Andalucía sea para sumar", en palabras de fuentes internas del partido. El 'peligro' estriba, una vez más, en el hecho de que Teresa Rodríguez pertenezca a Izquierda Anticapitalista y represente el ala más izquierdista del partido, otro escollo en el mensaje hacia el centro que se estaba enviando desde Madrid.

A Rodríguez se le ha aconsejado limar el discurso y centrarlo, pero en su primera entrevista en Canal Sur, tras conocer los resultados, no se mordía la lengua a su relación con Iglesias, reconociendo que existen "discrepancias" con él respecto al "modelo organizativo" de la formación. Además, aseguraba que a Podemos le aqueja "uno de los males de la política tradicional" como son "los personalismos" por el "inevitable efecto que provocan las caras visibles" del partido.

Adiós a Izquierda Anticapitalista? y al escaño europeo

Lo que sí parece claro es que Izquierda Anticapitalista ha dejado de existir como partido político para convertirse en asociación. Así lo decidían sus dirigentes el pasado 16 de enero con el objetivo de adaptarse al marco que establecen los principios éticos de Podemos, aprobados en la asamblea de noviembre, y que prohíben a los cargos orgánicos del partido de Pablo Iglesias militar en cualquier otro partido. Un problema menos que el líder de la formación se encargó de resolver ante el temor de que el extinto partido tratara de dar una especie de "golpe de estado" dentro de Podemos.

No en vano, los díscolos Teresa Rodríguez y Pablo Echenique provienen de ese partido, cuya extinción les permitirá postularse para las secretarías generales de Andalucía y Aragón. Unos comicios internos que en el caso andaluz han tenido que posponerse para centrarse en la confección de las listas electorales. También Miguel Urban, candidato 'alternativo' que competirá con Luis Alegre por la secretaría de Madrid y al que apoya abiertamente Rodríguez, proviene de Izquierda Anticapitalista. Las dos 'almas' de Podemos frente a frente.

Además, Teresa Rodríguez tendrá que abandonar el escaño del Parlamento europeo conseguido en junio del pasado año para poder concurrir a las elecciones autonómicas.

La gran ausente del 31-E y la incontinencia verbal de Luis Alegre

Quizás ese apoyo de Rodríguez a su 'enemigo' Miguel Urban para liderar Madrid hizo que el secretario de Participación Interna de Podemos, Luis Alegre, también candidato a la secretaría general madrileña resbalara en la Cadena Ser días antes de que se iniciara el proceso de primarias en Andalucía.

Alegre reconocía en el micrófono que su formación no tiene expectativas de gobernar en Andalucía tras las próximas elecciones, y tampoco espera ser primera fuerza política en esa comunidad. "Andalucía no es una Comunidad Autónoma en la que tengamos expectativas de acceder al Gobierno en estas elecciones", afirmaba.

Tras el lógico enfado de Rodríguez, el dirigente de la formación rectificaba poco después en la red social Twitter, donde matizaba sus declaraciones con dos mensajes en los que aseguraba: "Por supuesto que en Andalucía salimos a ganar. Ya hemos dado sorpresas y vamos a dar muchas más".

Y esta no ha sido la única muestra de lejanía con Madrid. En la manifestación del 31 de enero en la puerta del Sol, Teresa Rodríguez fue la gran ausencia en el escenario, aunque su no comparecencia se justificó en que no firma parte del Consejo Ciudadano de Podemos.

100.000 euros en 24 horas

A pesar de estos pequeños ninguneos, Teresa Rodríguez sigue fuerte en su comunidad autónoma y ya comienza a dar signos de su tirón social. El pasado miércoles, Podemos Andalucía recaudaba en 24 horas, vía microcréditos, lo que pedía a sus simpatizantes para financiar la campaña del 22M. 100.000 euros. Casi tanto como todo lo que se gastó el partido en la campaña de las europeas. Dicha cantidad era primer objetivo para lograr financiación sin tener que recurrir a los bancos. Un dinero que se devolverá con las subvenciones que se reciban por los gastos electorales.

Querida o no por determinados sectores del partido, la gaditana Teresa Rodríguez es la candidata que tratará de erosionar al bipartidismo en Andalucía. De los resultados electorales dependerá que su -soledad- sea flor de un día y fruto del necesario debate interno o que, como sucede en el resto de formaciones políticas, sin votos solo quede el ostracismo. En el sufragio está la respuesta.

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