Política

Podemos mide su fuerza el 31E con una marcha que preocupa al PSOE

Pablo Iglesias, líder de Podemos. Imagen: EFE

El día 31 de enero, Podemos medirá su fuerza en la calle, con la manifestación programada a las doce del mediodía, bajo el lema "La marcha del cambio". La formación liderada por Pablo Iglesias tendrá ocasión de valorar su capacidad de convocatoria y al mismo tiempo que plasma hasta qué punto le ha robado el liderazgo al principal partido de la oposición, PSOE, de cara a las próximas citas electorales. Vídeo | Podemos presenta su anuncio para la multitudinaria marcha del 31-E

El día 31, Podemos ha convocado una manifestación en la Puerta del Sol, emblemático lugar en que se forjó el 15M (el movimiento de 'indignados' del 15 de mayo de 2011), bajo el lema "La marcha del cambio".

Podemos no reivindica nada en concreto, ni exige nada al Gobierno de la nación: sencillamente expresa voluntad de cambio y deseo de sustituir el actual modelo político por otro distinto. Y, más concretamente, aspira a ubicar Podemos como el antagonista genuino del Partido Popular. "Podemos asume el reto de ser el adversario electoral del PP", ha declarado Pablo Iglesias, en un arriesgado intento de dar por muerto al PSOE.

Podemos lanzó la pasada semana en las redes sociales una campaña bajo la etiqueta "2015. Empieza el cambio", con la que anima a secundar la gran movilización que el partido está preparando para el día mencionado con la intención de reunir en Madrid a las miles de personas que apuestan por "cambiar las cosas".

Una campaña que, tanto en Twitter como en Facebook, han acompañado de un vídeo en el que, mientras unas marionetas tararean 'El himno de la alegría' de la Novena de Beethoven, pueden leerse varios de los mensajes que el partido y sus seguidores han repetido en las últimas semanas con el hashtag #SuOdioNuestraSonrisa.

De la arrogancia de Iglesias al PSOE que no se entera

El propio Pablo Iglesias, que últimamente está asumiendo en público un antipático protagonismo cargado de arrogancia, ha utilizado asimismo el inquietante recurso al "tic-tac" del reloj para anunciar el advenimiento inexorable de esta mudanza. Sólo que, en este país, esta onomatopeya significa también otros presagios mucho menos pacíficos, por lo que habría que gestionarla con mayor cuidado.

El PSOE asiste a este espectáculo con una preocupante división interior, que la actual dirección, con la legitimidad incuestonable que posee, debería zanjar sin demasiadas contemplaciones: la corriente 'izquierda socialista' ha anunciado que acudirá a la 'marcha del cambio', e igual se ha pronunciado la representante del 'Foro ético', Beatriz Talegón, así como el frustrado aspirante a candidato de la alcaldía de Madrid, Enrique del Olmo (no consiguió los avales).

Este deslizamiento no es seguramente admisible por el electorado socialista, que otorga a la palabra "cambio", tan polisémica, un significado sin duda diferente. Como mantiene Sánchez, no hay familiaridad entre el socialismo democrático español que representa el PSOE y el ideario (conocido y cambiante) de Podemos.

El "cambio", para los partidos constitucionales, supone las reformas democráticas progresistas, las leyes nuevas, la evolución del marco constitucional por los procedimientos tasados, sin saltos en el vacío. En boca de Podemos, el 'cambio' es un cambio de régimen, la tabla rasa del sistema político emanado de la Transición y que nos ha traído hasta aquí, hasta ser éste uno de los países más libres y prósperos del mundo.

Que nadie se llame a engaño

Que nadie se confunda: Syriza es un partido dispuesto a jugar en el sistema constitucional con propuestas innovadoras y valientes. Podemos, por lo que ha dicho hasta ahora, es una formación que quiere arrasar nuestro sistema sociopolítico e implantar otro nuevo. Y la sospechosa familiaridad de sus líderes con los regímenes de Venezuela, Nicaragua o Ecuador, de los que han obtenido millonarias retribuciones por los servicios prestados, sugiere que el cambio habría de ser precisamente en esta dirección. Conviene saberlo para que nadie se llame a engaño.

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