
La presidenta andaluza, Susana Díaz, anunció ayer la convocatoria de un pleno extraordinario para el lunes en el que, muy probablemente, haga público un adelanto electoral.
Ese anticipo sólo desazona al PP-A, ya que teme que precipitará un batacazo aún mayor del ya esperado para su líder, Juan Manuel Moreno Bonilla.
Este último continúa siendo un perfecto desconocido fuera de Málaga y queda poco tiempo para golpes de efecto que le brinden popularidad. Más allá del desayuno de la semana que viene en el que será presentado por el propio Mariano Rajoy, apenas hay ninguna estrategia diseñada.
Y lo que es peor, el propio Moreno es el primero que no disimula su desmotivación y expresa la nostalgia de sus tiempos en el Ministerio de Sanidad en un cargo menos visible.
Esta caída en la percepción preelectoral de Moreno se ha acentuado en los últimos meses, ya que durante el pasado verano de 2014, PP y PSOE llegaron a alcanzar un empate técnico en los sondeos, con 36,87% de los votos para los socialistas y un 36,17% para los populares. Un estudio demoscópico en el que ya aparecía Podemos, pero no como el actor relevante que ahora sí arrojan las encuestas.
Hay que recordar que las autonómicas andaluzas de 2012 de las que resultó el Ejecutivo actual dieron la victoria al PP de Javier Arenas, si bien no contó con la mayoría absoluta necesario para gobernar. De confirmarse este desinflamiento de la candidatura de Moreno, el PSOE volvería a recuperar terreno sobre los populares en unos comicios clave para empezar a redefinir el mapa político español en este 2015.