
En unas semanas, el anhelo independentista catalán podría caer en un profundo sueño tras el enfriamiento de las relaciones entre sus dos principales valedores: Artur Mas y Oriol Junqueras, representantes de CiU y ERC, respectivamente.
Ambos dirigentes parecen haber topado con un callejón sin salida en el que han decidido parapetarse con idénticos reproches que van y vuelven como un 'boomerang'. Mientras ERC urge al presidente de la Generalitat a que convoque elecciones anticipadas, Mas sigue tratando de conseguir el compromiso de Junqueras de una lista unitaria independentista y ganar tiempo antes de una convocatoria de elecciones ordinarias a la que concurrirían por separado.
Para crispar un poco más el ambiente helado entre ambos, el concepto de traición también es moneda de cambio entre ellos. Mas se siente traicionado por el rechazo de Junqueras a apoyarle en una lista conjunta, y el último percibe como una traición que Artur Mas no dé el último paso posible para alcanzar el sueño independentista.
División en la sociedad catalana
Las encuestas no acompañan a ninguno, y solo presentan un mapa social muy polarizado y desgastado en los dos últimos años, que culminaron con un 'proceso participativo' que solo reflejó lo que ya era conocido de antemano: que 1,8 millones de catalanes apoyan la independencia.
Ni ERC ni CiU lograrían una mayoría absoluta por separados, y tampoco juntos pasarían más allá del 50% de los escaños del Parlament. A modo de lista unitaria, eso dibujaría una imagen de ruptura: la mitad de los catalanes estaría a favor de un Estado independiente; la otra mitad, en contra.
Los datos son flojos para un proyecto de la envergadura de lo que desean Mas y Junqueras: la creación de un Estado propio.
Los sondeos de opinión, además, muestran un ligero desgaste para ambos partidos, y una fuga de votantes que se consolidaría con la irrupción de Podemos en la política catalana. Esta pérdida de votantes también se produciría en el caso de optar por una lista unitaria para concurrir los independentistas en unas elecciones plebiscitarias, ya que se trata de dos partidos con grandes diferencias y no pocos votantes rechazarían dar su papeleta a este singular combinado.
Con los sondeos tan poco halagüeños para con los deseos electorales del 'president', Artur Mas soporta las presiones de ERC en un intento de ganar tiempo... aunque tampoco dispone del mismo. En un año de elecciones municipales, autonómicas y generales, el calendario para una convocatoria de comicios catalanes se torna asfixiante.
ERC propone una convocatoria pronta para votar en marzo, lo que implica que la fecha límite para realizar el anuncio -una decisión que solo puede tomar el 'president'- sería el próximo 3 de febrero.