Política

¿Es Podemos la primera fuerza política o una "ola de cabreo"?

Imagen: Efe

La encuesta publicada ayer por El Mundo confirma lo que las anteriores -incluido el último barómetro del CIS- venían anunciando: que Podemos es hoy una de las formaciones más valoradas por el cuerpo electoral, si no la que más. Lo que, de mantenerse hasta las elecciones generales, conduciría a la conclusión de que el bipartidismo imperfecto habría dado lugar a un modelo a tres, difícilmente gobernable.

En efecto, el pacto PP-PSOE, que está siendo muy mencionado entre bastidores como solución al problema, resultaría letal para el PSOE, que ya ha perdido gran parte de su apoyo electoral histórico por la desnaturalización que ha padecido en etapas anteriores.

Y asimismo, el pacto PSOE-Podemos representaría representa una contradicción intrínseca por cuanto el PSOE postula la reforma del modelo constitucional y Podemos su arrasamiento y su sustitución por otro modelo político sin determinar. No se pueden sentar juntos los revolucionarios y los reformistas.

Esperando un programa

Pero regresemos a la encuesta en cuestión, que otorga a Podemos un 28,3% de los votos, el 26,3% al PP y el 20,1% al PSOE, y presagia pésimos resultados para UPyD e IU. No hay razones para dudar de la veracidad y profesionalidad de la encuesta, realizada sobre un universo de 1.000 llamadas telefónicas, pero la credibilidad de estos resultados ha de matizarse mediante tres consideraciones:

En primer lugar, la firmeza de la opinión de los encuestados es, cuando menos, provisional, ya que debe estar condicionada al programa electoral de su partido favorito, que todavía no se conoce.

Podemos todavía no ha dado pistas decisivas de cuál será su oferta programática. Y en una democracia madura como ésta, no es creíble que la mayoría relativa del cuerpo electoral se decante por una opción que ni siquiera se ha definido en los aspectos principales (política económica, política educativa, política exterior, etc.).

En segundo lugar, la "cocina" de esta encuesta, como de las anteriores que ya han incluido a Podemos, ha de deberse por fuerza a una arriesgada improvisación. El paso de la intención de voto directo al voto estimado (que es el mencionado) se efectúa empíricamente.

No hay modo de calcular las correcciones que han de aplicarse por la sencilla razón de que no hay precedente alguno. Nunca ha habido ocasión de comparar en la práctica ambos conceptos porque Podemos sólo se ha presentado a unas elecciones, las Europeas, que son singulares. En consecuencia, la encuesta puede tener errores técnicos abultados.

En tercer lugar, las elecciones serán, como mínimo, dentro de un año, y la entronización de Podemos por la opinión pública es una operación intelectual encaminada a ejercer presión sobre los partidos, una especie de amenaza tendente a que las grandes formaciones rectifiquen en cuanto hayan de rectificar y traten de ganarse de nuevo el aprecio ciudadano.

Como esta operación intelectual es evidente y explícita, es lógico que cuando se pregunta hoy a un elector desinhibido cuál será su voto, responderá muy frecuentemente que apoyará a Podemos para mantener esa presión, con lo que estará contribuyendo a provocar la gran mudanza en el PP y el PSOE.

Esperando a las urnas

Por resumir: que Podemos es un hallazgo de los ciudadanos irritados -una ola de cabreo, como dijo este lunes Susana Díaz- para librarse de sus bestias negras políticas y castigarlas con el fuego del infierno es una realidad constatable.

Pero de ahí a inferir que, después de la sesuda reflexión pertinente, de ponderar los programas electorales y de pensar seriamente en la estabilidad de este país, los ciudadanos decidirán en las urnas que Podemos será la primera fuerza en las generales hay un abismo. Y entiéndaseme bien: no afirmo que no vaya a suceder tal cosa sino que todavía está muy lejos la ocasión de plantearse tal eventualidad.

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