
¿Cómo explicar el éxito de Podemos? El hartazgo es grande y las soluciones que maneja el ciudadano indignado tienden a ser por ello mismo rotundas y directas. Es patente que todo el cansancio infinito acopiado por todas estas razones ha desembocado en una conminación dramática que lanzan al unísono legiones de ciudadanos agraviados: ¡que se vayan!. Miguel Bosé pide el "relevo" en la política : "Es el momento de los Pablos".
Podemos ha irrumpido en el panorama español como decantación de los movimientos de indignados que surgieron en el fragor de la crisis económica.
Con claridad, los jóvenes profesores universitarios que han organizado esta formación política inicialmente marginal han bebido reactivamente en tres fuentes: la propia crisis, tan mal gestionada por cierto; la corrupción rampante que ha alcanzado cotas inauditas y que se hace más odiosa cuando sucede en momentos de grave escasez; y la crisis de identidad del propio Estado español, afectado por la propuesta catalana de ruptura, que genera también malestar en la ciudadanía.
Hay quienes piensan que el fracaso de la clase política ha sido tan notorio que el problema no tiene solución si no hacemos borrón y cuenta nueva. Los que creen que si no damos por finiquitado el sistema y erigimos otro nuevo que quede en manos de personas distintas de las que nos han traído hasta aquí, y procedentes incluso de estratos sociales diferentes, no saldremos de ese agujero negro que nos ha engullido irremisiblemente.
Este diagnóstico es difícilmente objetable. Sin embargo, si elevamos el punto de observación, probablemente tendremos que modular esta reflexión que, de materializarse, saciaría nuestra agresividad pero quizá no nos conduciría a parte alguna.
Como ha dicho, con razón, Joaquín Almunia, ya es hora de que dejemos de escuchar la música de Podemos y empecemos a fijarnos en la letra. El análisis que llevan a cabo los seguidores de Pablo Iglesias es sin duda certero... pero las respuestas a los problemas todavía no han llegado.
Las propuestas radicales que ofrecieron en las primeras horas ya no sirven y ahora se escuchan enunciados más templados... que aún no son oficiales. Habrá que esperar y ver porque la sociedad de este país tiene ante sí dos opciones que cuando menos deberá valorar: ponerse a fondo a regenerar el sistema que ha fallado o disponerse a arrinconarlo y a construir otro nuevo... del que, de momento, ni siquiera hay planos consistentes.
No se le puede negar sin embargo a Podemos el efecto revulsivo que ha producido. La lucha contra la corrupción no sería tan enconada y aparatosa si Podemos no hubiera irrumpido para ofrecer sus servicios a la sociedad conmocionada. Pero a partir de ahora, a medida que se aproximen las elecciones, habrá que reflexionar.
Sin despecho
En definitiva, el fenómeno de Podemos tiene el mérito de constituir en sí mismo el mejor diagnóstico de la degradada situación del sistema político actual, que ha sido incapaz de afrontar con solvencia la gran crisis.
Como se ha dicho, y con razón, Podemos ha llegado para quedarse, y tiempo habrá de analizar su ejecutoria. De momento, permitan a este escribidor que reproduzca una sabia metáfora familiar con que el comunicólogo Luis Arroyo pone punto final a un maravilloso artículo aparecido en la Red y titulado "Me ha salido un hijo de Podemos":
"Si tu pareja de toda la vida se va con una persona más joven y atractiva que tú, lo último que debes hacer, por fuerte que apriete la gana, es insultar a ninguno de los dos amantes. Tu despecho no puede manifestarse poniendo a parir ni a tu pareja ni al seductor o seductora que la ha enamorado. Harías el ridículo y asegurarías el divorcio. Si aún la quieres, mejor adelgaza, sal a correr y a pensar, rejuvenece tus palabras, expía tus culpas, deja de sestear y pon en valor lo que habéis vivido juntos. Mándale unas rosas y pide perdón. Y así, cuando ya se haya desahogado y empiece a cansarle el sexo fogoso tres veces al día, y descubra que el amante o la amante tenía el baño hecho una pocilga y recuerde lo ordenado que lo tenías tú, quizá considere volver contigo. No es fácil, pero para nada es imposible".