
Dicen que a la tercera va la vencida y la delegación española, encabezada por el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García-Margallo, respiró aliviada cuando tras tres votaciones consecutivas consiguió arrebatarle a la delegación turca, para muchos una de las favoritas, el asiento no permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. "No hay mayor victoria que sabernos apreciados por tantos países amigos", dijo el ministro español en un encuentro posterior con la prensa.
España, "un gran país"
Los tres intentos, que en la primera ronda dieron la victoria a Nueva Zelanda, que junto con Angola, Malasia y Venezuela, completaron la lista de Estados que compartirán con España un escaño en el máximo órgano de la ONU, culminaron con un apoyo por la candidatura española de 132 países, del total de los 193 estados miembros. "Espero que esta carrera nos sirva para fortalecer nuestra confianza" aseguró Margallo, quien dijo que "España es un gran país". "Confiemos en nosotros. Vale la pena".
Una confianza que a punto estuvo de esfumarse poco antes de la última votación. Sin embargo, la tensión culminó con final feliz después de que el Gobierno español invirtiese cerca de un millón de euros en su campaña para entrar en el Consejo de Seguridad durante el periodo 2015-2016, aunque hay quien indica que un asiento puede llegar a costar hasta 20 millones de dólares en costes de campaña y promoción. "A partir del 1 de enero, cuando tomemos posesión de nuestra responsabilidad, lo haremos siempre en defensa de la ley, del orden, de la paz y del respeto a los derechos humanos de todos los ciudadanos", indicó ayer el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en declaraciones a los periodistas en Milán, donde participó en la X Cumbre entre la Unión Europea y Asia.
España ocupará así por quinta vez en su historia un asiento dentro del máximo órgano decisorio. La candidatura de nuestro país se traslada a 2005, bajo la administración del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero. Gracias al esfuerzo de Margallo y su equipo, más de dos tercios de Naciones Unidas han sabido valorar los puntos fuertes de nuestro país, desde nuestro peso en Europa, como nuestro papel de interlocutor en América Latina y África. Turquía queda fuera en parte por el impacto de las tensiones geopolíticas derivadas de la lucha contra el Estado Islámico, los problemas relativos a la ciudad sitiada de Kobane y las divergencias sobre Siria entre Washington y Ankara.