La propuesta del Govern de la Generalitat para esquivar al Tribunal Constitucional y celebrar la consulta no ha gustado a nadie, ni a los favorables a la consulta ni a los contrarios. Ciutadans fue el primero en evidenciar las carencias que relucen de la consulta previa que anunció ayer Artur Mas.
La ausencia de censo público o la falta de garantías democráticas son algunas de las razones que aludió el líder de Ciutadans, Albert Rivera, para catalogar la consulta de pandereta. La presidenta del PP catalán, Alícia Sánchez-Camacho, celebró que el proceso "ha acabado", asegurando que la propuesta de Mas "no es nada".
La unidad del bloque soberanista también se ha agrietado con los nuevos planes del govern. El coordinador de Iniciativa, Joan Herrera, rechazó la consulta alternativa y aseguró que con unas elecciones plebiscitarias el verdadero objetivo de Mas es "salvarse a él mismo" y ya lo ve "en campaña electoral", por lo que aboga por una gran movilización social de cara al 9 de noviembre.
El portavoz parlamentario de la CUP, Quim Arrufat, también rehusó seguir las directrices de Mas en una lista unitaria y apostó por la desobediencia civil "sacando las urnas a la calle".
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