
¿Y Gallardón? Después de semanas con el runrún de que el alcalde de Madrid se perfilaba como uno de los hombres fuertes del nuevo equipo de Mariano Rajoy, ayer salimos de dudas. O quizá no. Rajoy apostó por una mujer, María Dolores de Cospedal, como secretaria general del PP y flanqueándola tres vicesecretarías: de Organización, Ana Mato; de Comunicación, González Pons; y Territorial, Javier Arenas.
Gallardón, de momento, a la Ejecutiva. De ese manera, se destapaba el gran secreto del que será reelegido presidente del PP este fin de semana y se ponía fin a las quinielas que han inundado los medios de comunicación.
Rajoy ha jugado bien. El suyo no es un movimiento ganador (el futuro lo dirá), pero sí es el mejor teniendo en cuenta las cartas de las que disponía. Está demostrando ser un superviviente, dentro y fuera.
Ahora, la cuestión que deberán decidir los populares es qué es lo que quieren, si optan por mantener el liderazgo de un superviviente o apuestan por el de otro, un ganador.
Las mujeres al poder
En clave externa, Rajoy sigue la senda de Zapatero: las mujeres al poder. Decía el presidente del PP, en el último Comité Ejecutivo, que la derrota de su partido se debió a la pérdida de un millón y medio de votos femeninos.
Así se explica que primero nombrara a Soraya Sáenz de Santamaría y, ahora, a Mato y a Cospedal, que viste a Rajoy para desvestir a Castilla-La Mancha. Así, el PP se convierte en un partido paritario en su cúpula. Todos felices.
Pero, no nos engañemos, es, en clave interna, donde este nuevo equipo merece ser analizado. Rajoy ha premiado los apoyos recibidos, pero no lo ha hecho de una forma irreflexiva.
Las claves internas
María Dolores de Cospedal hunde sus raíces en el sector más crítico, ha formado parte del equipo de Esperanza Aguirre y, a pesar de las tormentas desatadas, siempre ha mostrado públicamente una buena opinión de la presidenta de la Comunidad de Madrid. De esta manera, su nombramiento, al margen de su capacidad política, permite ofrecer una candidata de consenso, no de ruptura. Atrás queda, al menos oficialmente, la desatinada frase "el que no esté de acuerdo, que se vaya al partido liberal". Está olvidada.
Siguente, González Pons. Ha sido la voz y la cara de los partidarios de Rajoy y ahora lo será oficialmente. Pero, en realidad, él sólo ha salido a recibir el premio; el galardón lleva el nombre de Francisco Camps. Al presidente de la Comunidad Valenciana le debe Rajoy la permanencia en el desapcho genovés. Camps tuvo en su mano la llave y decidió esperar... y a postar por el equipo en el que podía hacerse fuerte. Rajoy lo sabe y se lo ha agradecido.
Los compromisarios
Siguiente, Arenas. O mejor, Arenas y Mato. Tanto monta, monta tanto. Andalucía ha sido clave en la trama de los compromisarios. Javier Arenas ha forzado el agradecimiento de Rajoy.
"Veinticinco años perdiendo elecciones", le dijo Juan José Güemes. Con otro equipo, Javier Arenas hubiese sido, previsiblemente, uno de los primeros sacrificados. Así que se revolvió y entregó sus apoyos a los marianistas. Dicen los detractores de Rajoy que el suyo es el comportamiento más desleal, el de un perdedor que sabe que los es. Los principios a cambio de un coche oficial. Y, junto a Arenas (aunque primero con Aznar), está Mato. La paridad bien maquillada.
A la espera del 'premio'
Y en el anuncio del nuevo equipo sólo se echa de menos un nombre, Alberto Ruiz Gallardón. Camps y Gallardón son los pilares que sustentan a Rajoy. Camps ya tiene su premio, pero... ¿y Gallardón? Si el alcalde de Madrid le entregase la victoria en las europeas, Rajoy estaría salvado. Un pacto entre caballeros. ¿Irá todo según los planeado? Bueno, hay margen para sorpresas.