Política

Análisis | Artur Mas, El Lute, Cataluña y la Demostración Sindical

Artur Mas. Imagen: EFE

Que 20 años no es nada, y 40 parece que tampoco. Y digo esto a la vista del circo mediático en que Artur Mas ha convertido esa deriva secesionista, en la que él no ha creído nunca pero que utiliza. Una cortina de humo que el president utilizó para buscar el enemigo externo hacia el que derivar las culpas de una gestión de gobierno lamentable, y que ha conseguido relegar a un segundo plano los debates más acuciantes a los que se enfrentan los ciudadanos catalanes, y con ellos los de toda esta España que unos se empeñan en romper y otros en aletargar.

Así, en las últimas semanas la crisis económica que sigue azotando con toda su crudeza a las familias y a las pymes, el desempleo lacerante, o la política fiscal esquilmatoria que impide el crecimiento pasan a un segundo plano ante el empacho informativo de esa "pasión de catalanes", como la definió Carlos Herrera. Es como en los mejores tiempos del franquismo, cuando el Régimen de entonces recurría a las fugas de El Lute o convocaba la Demostración Sindical para celebrar "San José Obrero". Que el Primero de Mayo estaba tambien proscrito y condenado.

Claro que, como me comentaba un preclaro profesor universitario radicado en Barcelona, "al lado de estos -en referencia a la Generalitat- Goebbels era un aprendiz". Y recurren a la demagogia, la mentira histórica, el adoctrinamiento cultural y la censura para imponer sus tesis y tapar sus desvergüenzas.

Y mientras, Rajoy, que ha encontrado también su "tonto útil", con perdón, les deja correr al precipicio. Porque el presidente (éste con e final) sabe lo que hace, sin precipitaciones ni estridencias. Por eso no le angustian las fichas que vaya a mover Mas. Él suele ir siempre por delante. Sabe que cadáveres más altos han pasado por su puerta.

Pero el problema es a qué precio y qué va a pasar después. Porque el daño ya está hecho, el mensaje de desafección ha eclipsado la razón social y lo que se necesitan ahora no son victorias políticas ni parches, sino soluciones para después del 9-N. Y, o las tienen, y apremiantes, o aquí perdemos todos sin remedio.

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