Política

Los secretos inconfesables de Marta Ferrusola

Pujol y su esposa Marta Ferrusola, en la casa Premià de Mar. Imagen: EFE

Marta Ferrusola se prometió no casarse nunca con un hombre pequeño, llamado Jordi, y médico para más señas. Casualmente tres de las señas de identidad del expresident de la Generalitat, confesor reciente de un delito a la Hacienda Pública. Al cabo de unos años de matrimonio, con secretos de alcoba hasta ahora inconfesables, Marta Ferrusola se convertía en la primera dama de Cataluña.

Y desde entonces, y al menos durante 23 años, la esposa de Jordi Pujol tuvo agenda propia, negocios, y un pensamiento radical que iba creciendo a medida que su esposo se hacía fuerte en el Palau de la Generalitat.

Catalanista pues, cristiana fervorosa, se casó con Jordi y con la obsesión de éste por Cataluña en la Basílica de Montserrat en el año 1956. Con él tuvo siete hijos, y a sus labores domésticas, recuerda hoy el diario ABC, se unía su amor por las flores, e Hidroplant, una empresa que ha dado más de un quebradero de cabeza al entonces inquebrantable Jordi Pujol. Solo cabe recordar el escándalo de la venta del césped del Barça, una hierba que rápidamente se quedo seca.

Marta, adorada por los nacionalistas, contraria a la emigración musulmana, y cicerone de Artur Mas para suceder a Jordi Pujol en el cargo, ha sido objeto de críticos comentarios desde el mismo día en el que Jordi Pujol emitió su último comunicado en el que se culpaba de todo delito fiscal, excluyendo así a sus hijos.

La semana pasada, desde las páginas de La Vanguardia se daba a entender en un artículo de opinión que fue Jordi quien confió ciegamente todos los asuntos domésticos a su mujer, pasando por alto los negocios de sus primogénitos. "Esto me pasa porque soy más burro de lo que la gente piensa", dicen que dijo a uno de sus biógrafos.

Este domingo, Casimiro García-Abadillo recoge la confesión de una garganta profunda, repasando varios capítulos de la biografía del ex Molt Honorable. Aquel en que Jordi Pujol era perseguido por el franquismo por sus actividades a favor del catalanismo. Corría el año 1960. Franco estaba en plena forma, y a Jordi Pujol le podían caer siete años de prisión, excepeto si renegaba de sus creencias. Algo que no hizo, y de cuya mujer obtuvo una respuesta como ésta: "Si has llegado hasta aquí, tienes qeu llegar hasta el final; si has pensado un discurso, lo haces. Los niños y yo ya nos esperaremos".

El Mundo se hace eco también de la mala relación que existe entre Jordi y Marta desde hace tiempo. "En público cubrían las apariencias, pero en privado había entre ellos un muro de frialdad". Según la garganta profunda de este diario, el origen de tal distanciamiento se debía "a los constantes escarceos, impropios de un hombre tan religioso". Un suceso que fue "comidilla de la Barcelona más conspicua. Fue a mediados de los años 90, cuando estaba Pujol en la cima de su poder y, a lo que parece, de su furor masculino. A oídos de su esposa llegó el rumor de la relación que mantenía con una persona de su equipo de gobierno. Una noche, cuando él, siendo presidente en ejercicio, llegó a su casa e la Ronda General Mitre, encontró con la llave no le abría la puerta".

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