
El Partido Socialista que todavía agónico gobierna el histórico Rubalcaba está a punto de embarcarse al destierro. Anda estos días revuelto, confuso -así lleva bastante tiempo-, jugando a muñequitos y veladas alianzas en busca de un líder.
De momento ha conseguido que sean sus militantes los que con su voto encuentren calma para una herida sangrante. Pero el nuevo secretario general que emerja de este apaño no será suficiente para tanto mal como asola a una formación destrozada desde el mismo día en el que Zapatero entró por las puertas de Ferraz y les hizo creer que "la tierra no pertenece a nadie, salvo al viento".
Con estos mimbres y una crisis económica de aúpa, el PSOE ha ido de capa caída intentando conjugar su discurso demagógico con la cruda realidad de los hechos. Y hoy está como está, con un líder que huye por falta de recámara, de votos y de ideas, y una columna de soldados dejando jirones de guerra por los caminos. Rubalcaba se va, le sigue Patxi López, a Pere Navarro no le llega el oxígeno, y Susana Díaz se esconde en sus cuarteles de invierno a observar desde la barrera.
Antes de refrescar personas, el PSOE tendrá que refrescar ideas. Tras la resaca electoral y conocidas las intenciones de Rubalcaba, El Periódico de Cataluña publicaba este pasado domingo una encuesta digna de estudio. Si hoy se convocaran elecciones generales, el principal partido de la oposición se quedaría con una horquilla de entre 87/89 diputados, o lo que es lo mismo, con 21 o 23 diputados menos que en 2011. En roman paladino, un palo antológico que introduce al PSOE al túnel que los que han vuelto a la vida reconocen haber visto cuando estaban ya coqueteando con la muerte. Además, Podemos se quedaría con 58 escaños, vertiéndoles la hiel sobre el cogote por si quedan dudas de tan esperpénticos resultados.
Pues bien, y si de algo sirven las lecturas que han de extraerse de los sondeos -es cierto que es algo pronto, pero no deja de ser una marcada tendencia-, ni la marcha de Rubalcaba ni la irrupción en primera instancia de Eduardo Madina ni la apertura a la militancia rebajan este sino que se cierne sobre las siglas de uno de los partidos socialistas más antiguos de Europa, solo por detrás del alemán.
¿Qué le pasa al PSOE? ¿Qué mal padece? ¿Acaso las leyes de la termodinámica de las que emana la entropía, el caos, el desorden se han instalado sobre las mentes pensantes de estos hombres? ¿Qué necesita el PSOE para recuperar la confianza de los militantes? ¿Cuál es su espectro político? Muchos interrogantes y muchas respuestas para tampoco papel, pero empecemos por el principio: Al PSOE le sobra aparato -léase carcamales, vieja guardia, 'arrimaos' y chupópteros-, y le falta de todo lo demás, que por cierto es mucho.
Con los años y el desgaste generacional, el socialismo español se ha quedado obsoleto. Su semejanza con cualquier partido socialista europeo es improbable por mucho que compartan Internacional y bancada en Europa. Se ha escorado tanto a la demagogia radical que cualquier partido hermano parece de extrema derecha a su lado. Los principios sociales han quedado de cantinela de fondo y el rulo de la defensa de las mujeres ha aburrido en la europeas hasta el más pintao de la Feria de Sevilla.
Sus soluciones económicas están trasnochadas, fallidas, buena parte de ellas han quedado descatalogadas. Su federalismo asimétrico como solución a todos los males parece sacado de 'el maletín de la señorita Pepis'. El retrato es cuanto menos aterrador. Unos pocos pasos más, dos ideas de esas de saldo, y el PSOE se hunde para siempre.
Ajenos o no a esta guerra, los aspirantes calientan motores para esta aventura que arrancó el viernes y que concluye a finales de julio. Antes, los precandidatos habrán de lograr 10.000 avales. Y hete aquí que se antoja una cifra muy elevada y propicia para las prácticas y tejemanejes propios de los aparatos. Y si no que se lo digan a la exministra Carme Chacón.
Los candidatos
Por si acaso no se da esta tentación, Susana Díaz se ha descartado para sorpresa de los más inocentes. A la andaluza no se le conocen más méritos que el demérito de quien tiene enfrente y que se torna incapaz de ganar elecciones. Pero Díaz tiene gracejo en el verbo. Eso hay que reconocérselo.
El otro candidato, el favorito, dicen las crónicas, es Eduardo Madina: conocido por ser el niño mimado de los Zapatero-Espinosa, contar con un blog, y declarar abiertamente, primero que conocía sus escasas posibilidades para competir en estas lides, y segundo por afirmar en su web que es republicano. Al vasco, por orden de conocimiento, que no de notoriedad, le sigue Pedro Sánchez, calificado de desconocido. Precisamente el único que habla tres idiomas, que tiene formación económica, experiencia política y que no ostenta cargo orgánico, pues es profesor en la Universidad Camilo José Cela. El resto, Sotillos, Pérez Tapias, son menos conocidos, y por ende se les presupone menos capacidad a la hora de recoger los 10.000 avales necesarios.
Con esta componenda y ante la falta de currículum de algunos de los candidatos, la sensación de estar ante un duelo Almunia/Borrell está justificada. Un déjà vu a la española.
La retirada de Díaz y Chacón hacen intuir otro final fallido. Ahora bien, en política nunca se sabe donde puede saltar la liebre y quien jugará mejor sus cartas. La película de Roberto Andò, protagonizada por Toni Servillo, Viva la libertad, es reveladora. El filme italiano narra la historia del secretario del principal partido de la oposición, un hombre sin apoyos, en crisis, que decide retirarse. Sin embargo, un hermano gemelo recién salido de un centro psiquiátrico cautiva al electorado y recupera la confianza... ¡Ay!, así de tragicómica es la vida.