Política

Análisis | Aznar y otros desastres de campaña

El expresidente del Gobierno José María Aznar. Foto: Archivo

El desencuentro público entre Aznar y el Partido Popular ha colmado el despropósito de una precampaña electoral con serios problemas de organización, que comenzó con un incomprensible retraso en la designación del candidato y que, en lugar de intentar cerrar la fractura generada por la creación de VOX -que no fue ajena a la caída en desgracia de Jaime Mayor Oreja, cabeza de lista en 2009 y ahora al frente del descontento que desborda al PP por estribor-, ha insistido en ella al prescindir sin mayores miramientos de quien podía haber actuado como engrudo de las distintas sensibilidades, el expresidente José María Aznar.

Se llegó a decir que la demora en nombrar a Miguel Arias Cañete era un ardid planeado por el asesor áulico de Rajoy, Arriola, para desconcertar y desgastar al adversario, pero la realidad es que ha servido para que los ministros 'desgastados' hayan estado largo tiempo en boca de todos, y ahora se reintegren a sus labores con el sambenito a cuestas y la sensación de haberse salvado de milagro de la quema. Y Javier Arenas, desdeñado por enésima vez (o eso parece), tendrá trabajo para regresar a su ostracismo sin más ruido, escéptico ya sobre sus posibilidades de reintegrarse a la primera fila alguna vez.

Pero por fin Floriano, secretario de Organización y jefe de Campaña, pudo respirar con alivio tras el desembarco potente de Cañete, liberado también tardíamente de sus cargas ministeriales. Pero cuando ya tenía enjaretada la secuencia de actuaciones de su patrocinado, surgió Aznar, dispuesto a hacer saber que no se le había pasado por alto su postergación. Cuenta un periodista de villa y corte que con ocasión de la convención de León, Aznar, presidente de honor del PP, no acudió porque quien contactó con él para pedírselo no fue el presidente del partido; en esta ocasión, quien le llamó entonces se ha abstenido de hacerlo, y Rajoy no ha tenido tal ocurrencia.

Venganza y carcajadas

Sea como sea, Aznar se ha tomado su venganza: tras lamentar no estar presente junto a "su amigo" Miguel Arias, crear un gran revuelo mediático y lograr que Floriano llamara compungido a FAES para invitarle a los mítines, el expresidente ha declinado su presencia porque los compromisos internacionales eran ya, a estas alturas, imposibles de cancelar. Las carcajadas alrededor han sido resonantes.

En definitiva, la campaña parece írsele de las manos a Floriano, al PP. Quizá por exceso de confianza, quizá porque no hay verdadera voluntad de coser las fisuras que se han abierto en el PP. Y aunque, en un rapto de cordura, alguien ha decidido que se frenen todos los proyectos en marcha susceptibles de generar polémica o movilización en contra, lo que ya está sembrado se ha convertido en un verdadero campo de minas. Diríase que Gallardón y algún otro ministro tienen algún interés en socavar la posición del PP generando inútilmente motivos de desapego y de fricción. En cualquier caso, ese exceso de confianza puede terminar pasándole factura porque el PSOE, aunque desorientado todavía, tiene a su disposición mucha munición de grueso calibre contra el PP. Desde el 'caso Bárcenas' a la reforma del aborto.

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