Política

Los problemas del PP de Rajoy: del deseo del ala dura de Mayor Oreja, a UPyD y Albert Rivera

Jaime Mayor Oreja. Foto: EFE.

Mayor Oreja contra el fallo de Estrasburgo sobre la 'doctrina Parot', Mayor Oreja alertando de que la negociación del presidente José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) con ETA sigue abierta, Mayor Oreja contra el ministro del Interior. Mayor Oreja hasta en la sopa. El exministro del Interior con José María Aznar ha intensificado su campaña pública y en las últimas semanas aparece con asiduidad en los medios: la última ocasión, el respaldo incondicional a FVT, AVT y el resto de víctimas, en una concentración en Madrid en la que también estuvieron presentes Carlos Iturgaiz, Ana Botella, Ignacio González y Esperanza Aguirre. Aznar, sin embargo, no acudió para no ser el centro de la atención, y eso que es claro que ha dado un paso adelante. Javier Arenas, Carlos Floriano, Esteban González Pons y Arantza Quiroga representaron al oficialismo de Génova 13, aunque las dos almas del partido conservador quedaron perfectamente delimitadas.

El cuartel general del PP ha dado ahora la voz de alarma: ahora que se atisba el final de lo peor de la crisis, nadie quiere que se escapen votos de cara a los próximos comicios. El ascenso de UPyD y la irrupción de Albert Rivera en la política nacional preocupan sobremanera y, además, el objetivo es que el partido no se descosa. En este contexto, una fractura con las asociaciones de víctimas del terrorismo etarra podría tener graves consecuencias. Por el momento, esta tensión ya ha puesto de manifiesto dónde están las dos trincheras del PP.

Como muestra un botón: FAES se apresuró a pedir al Ejecutivo que no cayera en una "temeraria despreocupación" de las víctimas. El patrono de esta fundación, el mismísimo Aznar, tampoco dudó semanas antes en aparecer junto a María San Gil en Euskadi, con el consiguiente problema para un PP vasco que se lame las heridas tras la espantada de Antonio Basagoti.

Así, mientras los fieles a Rajoy y a la secretaría general, María Dolores de Cospedal, apagan fuegos y lanzan nombres de candidatables como globos sonda (Miguel Arias Cañete, sin ir más lejos), la rama dura del PP toma posiciones. El vicepresidente del Parlamento Europeo, Alejo Vidal-Quadras, ya pegó su puñetazo en la mesa, pero el peligro viene de otro lado. Así, Mayor Oreja no dudo en afirmar que él ya había explicado "lo que pasa de la A a la Z y lo que va a pasar [en el proceso final de ETA]", antes de reiterar su apoyo a las víctimas. "Las víctimas siempre tienen razón, nos aplaudan o critiquen", zanjó, una opinión no compartida por Cospedal, que atribuyó los abucheos de Colón a la "injusticia y la ignorancia".

De este modo, la movilización de los duros del PP potencia las posibilidades de que Mayor Oreja repita en Europa, tal y como señala Infolibre. Él, mientras tanto, se limita a reclamar cohesión interna. Cohesión interna para dos frentes con complicados puntos de encuentro.

El peligro de la hemeroteca

La beligerancia de los partidarios de Aznar y Mayor Oreja contra cualquier conato de diálogo con los terroristas choca, sin embargo, con la historia.

Entre 1996 y 2000, cuando uno y otro eran presidente y ministro  respectivamente, el Ejecutivo del Partido Popular se reunió con la banda para negociar en Zurich, en medio de una tregua indefinida (desde septiembre de 1998). En cualquier caso, sí es cierto que el contexto era diferente al actual, marcado por la aparente derrota operativa de la banda.

El presidente, incluso, se refería a ETA como "el entorno del Movimiento Nacional de Liberación Vasco (MNLV)", la terminología que ellos mismos utilizan. Aznar, sin embargo, negaría años más tarde los hechos e incluso Ignacio Astarloa, uno de sus fieles, explicó el uso del término esgrimiendo un lapsus linguae. Acercamientos, concesiones de tercer grado y contactos; la estrategia guardaba algunas similitudes con las que ahora critican.

Por su parte, Mayor Oreja -para quien el diálogo ya no es un opción- señalaba entonces que estaría dispuesto a sentarse en la mesa de negociación. Estos cambios de posición podrían, incluso, pasarles factura en sus nuevos movimientos, pero él guarda aún sus cartas bajo la manga.

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