
El Tercer Reich de Adolf Hitler fue una inmensa y precisa máquina de hacer dinero. A medida que los soldados nazis conquistaban el Viejo Continente, las arcas germanas se iban llenando más y más. Así, la Alemania hitleriana expolió sin piedad las reservas de oro de los países a los que vencía. Además, Berlín inflaba sus cajas de caudales con los metales y piedras preciosas arrebatadas a minorías raciales como los judíos. Como muestra un botón: durante toda la guerra, los nazis se apoderaron de 550 millones de dólares en oro, y eso sólo contando lo ganado en el campo de batalla. Ahora, un equipo internacional rastrea el tesoro perdido de Adolf Hitler y lo hace con su arma secreta: una partitura de música que pertenecía al secretario del Führer, Martin Bormann.
El holandés Leon Geisen y su equipo de obreros y arqueólogos llegó a finales del verano a Mittenwald (Baviera), al sur de Alemania. Según este músico y cineasta, unas extrañas anotaciones en la partitura son la clave del enigma. Lo que buscan -en concreto- son al menos 100 lingotes de oro y las 'lágrimas del lobo', una colección de finos diamantes, que se perdieron en medio del caos bélico.
En abril de 1945, el Tercer Reich boqueaba en búnkeres antes de la derrota y la Wehrmacht y el Reichsbank idearon un plan para esconder el oro nazi Einsiedl, un pequeño pueblo situado en las orillas del lago Walchen, en Baviera.
La región teutona, tal y como previeron, fue la última en caer ante el avance aliado, pero su plan no fructificó los lingotes y los diamantes se perdieron por el camino.
Objetivo: Baviera
La tesis de Geisen es clara: el proyecto no pudo concluirse y la inhumación tuvo lugar en Mittenwald, a tan sólo 16 kilómetros de Einsiedl y cerca de la frontera austriaca. Por ello, se plantó con su equipo y una perforadora en la tierra, para analizar el subsuelo.
Según la agencia UPI, la maniobra no ha hecho mucha gracia a los lugareños pero los investigadores han apreciado unas huellas metálicas muy curiosas.
Baviera, en cualquier caso, parece la región idónea para buscar esos tesoros, certifica Der Spiegel.
El misterio de la partitura
La hipótesis de Geisen se cimienta en una partitura del compositor Gottfried Federlein: antes de la caída de Berlín, Bormann habría garabateado cifras y claves entre las notas de la marcha militar, con el objetivo de camuflar las coordenadas del lugar exacto donde se enterró el botín. Este documento tenía que ser transportado por un sacerdote castrense hasta Múnich pero el traslado nunca llegaría a término.

Años después, los pliegos acabaron en poder del periodista Karl Hammer Kaatee, quien -tras fracasar en su intento de descifrarlos- las publicó en internet hace menos de un año.
Ahora Geisen asegura haber dado con la clave del oro nazi. Según su versión, las frases "Donde Matías afina las cuerdas" (en referencia a Matias Klotz, famoso lutier del pueblo) y "Al final del baile" (una supuesta alusión a la última estación de tren) señalan el mapa sin duda: el tesoro se oculta bajo el suelo de Mittenwald. Ahora sólo queda encontrarlo.