
El PSC es un partido que recogió en su día a toda una pléyade de hijos de la pequeña burguesía catalana y catalanista, la de toda la vida: los Raventós, Serra, Maragall, Obiols? que luego se vieron desplazados por una amalgama compuesta por hijos de inmigrantes (Montilla, Manuela de Madre, Zaragoza, Carme Chacón?) y gente proveniente de las Juventudes Socialistas, como Miquel Iceta, quien jamás ha cotizado a la Seguridad Social fuera del partido.
El PSC, tras abrazar de la mano de Maragall una deriva nacionalista, ha acabado por no ser capaz de fidelizar el voto inmigrante, pues ya sirve de poco el verbo demagógico.
Amarrados al aval del PSOE y a su progresismo de origen, los socialistas "inmigrantes" pasaron a prestar sus servicios al catalanismo queriendo cohonestar esa actitud con sus llamadas al voto "de clase", negando en la práctica cualquier símbolo o actitud que sonara a español, negándose, incluso, a hablar en público la lengua que han mamado.
Todo ello a cambio de un lugar bajo el sol en esa "Cataluña eterna", la de Pujol y cía. Pero ya se sabe, "no se puede engañar a todos todo el tiempo".
Conviene recordar datos muy clarificadores: la marcha electoral del PSC en los comicios autonómicos a partir de 1999, cuando Maragall entró en esa liza: 1999, Maragall: 1.183.000 votos y 53 diputados -de un total de 135-. 2003, Maragall: 1.026.000 votos y 42 diputados. 2006, Montilla: 790.000 votos y 37 diputados. 2010, Montilla: 575.000 votos y 28 diputados. 2012, Pere Navarro: 524.000 votos y 20 diputados.
En pocas palabras: desde que empezó este baile, el PSC ha perdido 33 diputados, el 62 por ciento de los que tuvo en 1999, y 669.000 votos, el 56,5 por ciento de los que obtuvo antes de que empezara la yenka estatutaria. En resumen, al PSC, que siempre nutrió una gran parte de sus urnas con votos de gente de origen inmigrante, le ha resultado letal subirse al carro identitario. Vamos, que ha hecho la del topo: ha cambiado los ojos de su socialismo por un rabo nacionalista.