
El núcleo duro del Gobierno de Susana Díaz al frente de la Junta de Andalucía está formado por el consejero de la Presidencia, Manuel Jiménez Barrios; la consejera de Hacienda y Administraciones Públicas, María Jesús Montero; el vicepresidente y consejero de Administración Local y Relaciones Institucionales, Diego Valderas; y el consejero de Educación, Luciano Alonso.
También se sumaría el consejero de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo, José Sánchez Maldonado. A Díaz le gusta su talante intelectual y formación académica. Es doctor en Economía y catedrático de Hacienda Pública en la Universidad de Málaga. Si no se rodea de gente dudosa y su salud no se resquebraja, está llamado a realizar una labor destacada.
Con Empleo puede tener problemas, al ser el foco de corrupción de los ERE. Además, Maldonado dimitió hace cuatro meses como presidente del Puerto de Málaga alegando problemas de salud, pero la verdadera razón, según UGT, fue su miedo a los problemas laborales y a las irregularidades detectadas en algunas obras del recinto durante los últimos años. Desde entonces, los trabajadores mantienen una huelga indefinida.
Manuel Jiménez, conocido como Chiqui, llega con el aval de haber pacificado el PSOE de Cádiz -a costa del sector fiel al expresidente Manuel Chaves, claro-, donde el partido se encontraba dividido. Se puede convertir en el hombre de más peso político en el nuevo Gobierno.
Tiene experiencia, una gran capacidad de gestión, formación y criterios propios. Según su entorno, es un una persona de consenso, un negociador nato, conciliador e integrador, que formará un buen tándem con Valderas, ya que son muy parecidos. Jiménez fue también vicepresidente en Unicaja.
Las cuotas
La más veterana es María José Montero, consejera de Salud desde 2004 y, antes, directora del mayor hospital de Andalucía, el Virgen del Rocío de Sevilla. Dirigirá las negociaciones con Madrid en torno al nuevo sistema de financiación autonómica y dará la cara para explicar los ajustes que la Junta deberá seguir haciendo para cumplir con el déficit.
También hereda el enfrentamiento con el funcionariado por la ley del enchufismo de 2010. Ella misma se ha caracterizado en Salud por ser laxa en los criterios de contratación, lo que augura que las espadas seguirán en alto.
La presidenta de la Junta ha elegido un Gobierno cuidando los equilibrios territoriales y en el poder orgánico del partido. Con las cuotas territoriales pretende garantizar un escenario cómodo con vistas al congreso regional de otoño. Además, Díaz cree que, como en la época de Chaves, tener unido al partido es la mejor garantía para seguir ganando elecciones. Díaz guiña claramente un ojo a Málaga nombrando a Maldonado y Alonso.
El vicepresidente Diego Valderas, por último, es el muñidor del pacto de Gobierno con el PSOE, ya ha anunciado que no será candidato en las próximas autonómicas y está dedicado por entero al Gobierno.
Fuera de estos cinco nombres, sobresale el consejero de Justicia, Emilio Llera, que ha sido el brazo derecho de la presidenta en el PSOE sevillano. De escaso peso político en el partido, ha sido un fiel escudero frente a Mario Jiménez, vicesecretario general del PSOE andaluz y hombre de confianza de Griñán. Jiménez, como antes el cordobés Rafael Velasco, son de la misma generación que Díaz y al ascender en 2009 dentro del partido de la mano de Griñán iniciaron una competencia por suceder al presidente que finalmente ha ganado Díaz a costa de ambos.