
Mariano Rajoy ha cogido el toro del 'caso Bárcenas' por los cuernos y ha reconocido desde el primer momento su equivocación al haber confiado en el extesorero, un personaje que no merecía la confianza que el partido y él mismo depositaron en él. Con esta introducción, dirigida tanto a la cámara como a toda la opinión pública, desmentía a quienes habían supuesto que Rajoy mantendría sus evasivas, envueltas en la táctica del "y tú más" que es habitual en estos casos y que Rajoy ha descartado explícitamente al comienzo de su intervención. | Las vacaciones rurales de Rajoy.
Pues bien: tras el reconocimiento del error, atribuido a la inicial presunción de que las acusaciones contra Bárcenas en el 'caso Gürtel' provenían de los enemigos del PP, ha desmentido radicalmente las acusaciones y las medias verdades del antiguo administrador del PP: no ha habido doble contabilidad no se ha ocultado delito alguno. Se han pagado los trabajos realizados, se han pagado en blanco ?"como en todas partes"- y se han incluido en la contabilidad. En definitiva, según Rajoy, 'los papeles de Bárcenas' y los demás documentos exhibidos por el extesorero ante el juez no tienen "más valor que un renglón escrito al vuelo en un papel arrugado".
En definitiva, Bárcenas habría urdido todo, desde la existencia de donaciones anónimas hasta el pago de cantidades opacas, se supone que con el fin de poder chantajear al partido si se descubría su inefable enriquecimiento. La verdad, esta versión de la realidad es poco verosímil, pero por razones obvias hay que creer antes a Rajoy, un político ungido por la soberanía popular, que a Bárcenas, actualmente en prisión preventiva para eludir el riesgo de fuga. Mientras los hechos no demuestren otra cosa.
El resto del debate ha sido un desahogo para Rajoy, quien ha estado brillante al refutar el tratamiento dado por el PSOE al 'caso Bárcenas' con los argumentos utilizados por Rubalcaba para defenderse en el 'caso Faisán'. Ha desarrollado una teoría poco convincente de la presunción de inocencia y ha criticado con injusta dureza la "amenaza" de una moción de censura, sin entender del todo que el protagonista de dicha institución parlamentaria es en realidad el presidente de Gobierno al que se censura, aunque por razones de estabilidad política sea preciso presentar un candidato y un programa alternativos?
Con esta intervención parlamentaria, Rajoy se podrá ir de vacaciones relativamente tranquilo, toda vez que lo que ha quedado flotando en el ambiente político ha sido el reconocimiento del error y el desmentido de cualquier implicación del partido en ese supuesto episodio complejo de financiación irregular. Sin embargo, Rajoy no se ha librado ni mucho menos del cáliz del 'caso Bárcenas', que le seguirá de cerca, al ritmo de las investigaciones judiciales.
Con una oposición sin fuelle (quitando a Rosa Díez), el PSOE que difícilmente podrá plantear una moción de censura (su líder, Alfredo Pérez Rubalcaba, parece haber firmado un pacto de no agresión) y la ciudadanía pensando en playas y tintos de verano, Rajoy se va de veraneo sin apenas preocupaciones.
Cualquier avance del juez Ruz en el sentido de consolidar la hipótesis de la doble contabilidad, hoy por hoy asentada en sólidos indicios, pesará como una losa sobre la estabilidad política de Rajoy, ya que su contundente negativa no admite matices. Y en el supuesto de que las pruebas desmintieran sus palabras, sí que su posición sería precaria y el PP tendría que pensar irremisiblemente en el relevo de su presidente.