Política

El análisis: Los privilegios forales distancian aún más a PSC y PSOE

El secretario del PSC, Pere Navarro. Foto: Archivo

El Partido Socialista de Cataluña, que sigue siendo la organización que representa al PSOE en la autonomía, desorientado quizá por la esquizofrenia que le produce la imposible misión de conciliar su inclinación socialdemócrata con el nacionalismo, defiende un ignoto y predemocrático derecho de autodeterminación, que allí se llama derecho a decidir.

Y, por si fuera poco este mal trago para Ferraz, el débil primer secretario de la organización catalana, incapaz de sobrenadar la agitación de su propio territorio, toma de tanto en cuanto posiciones chirriantes que dejan en evidencia al principal partido de la oposición. La última de ellas ha consistido en el lanzamiento de un alegato contra "los privilegios" que la Constitución otorga a los territorios forales. La exigencia textual de Navarro -para evitar equívocos- ha sido textualmente la de suprimir "en la reforma de la Constitución los privilegios que existen hoy, porque sólo así podremos construir un sistema justo para todos mañana".

De inmediato, la direccion federal ha desautorizado con rotundidad a Navarro, y poco después de hablar con Rubalcaba éste realizaba otras declaraciones en las que se volvía atrás de lo dicho y se limitaba a asegurar que lo que había de cambiarse es el cálculo del cupo, que sí consagra un privilegio. De hecho, cinco federaciones -Andalucía, Extremadura, Asturias y Valencia- entraban en este segundo debate para exigir que Euskadi y Navarra aporten más al Estado y contribuyan al fondo de solidaridad.

Y, por si fuera poco este mal trago para Ferraz, el débil primer secretario de la organización catalana, incapaz de sobrenadar la agitación de su propio territorio, toma de tanto en cuanto posiciones chirriantes que dejan en evidencia al principal partido de la oposición.

El último arrebato del PSC

La última de ellas ha consistido en el lanzamiento de un alegato contra "los privilegios" que la Constitución otorga a los territorios forales. La exigencia textual de Navarro -para evitar equívocos- ha sido textualmente la de suprimir "en la reforma de la Constitución los privilegios que existen hoy, porque sólo así podremos construir un sistema justo para todos mañana".

De inmediato, la direccion federal ha desautorizado con rotundidad a Navarro, y poco después de hablar con Rubalcaba éste realizaba otras declaraciones en las que se volvía atrás de lo dicho y se limitaba a asegurar que lo que había de cambiarse es el cálculo del cupo, que sí consagra un privilegio. De hecho, cinco federaciones -Andalucía, Extremadura, Asturias y Valencia- entraban en este segundo debate para exigir que Euskadi y Navarra aporten más al Estado y contribuyan al fondo de solidaridad.

Ante estas excentricidades del PSC, es difícil no diagnosticar una gran falta de liderazgo en el socialismo español, incapaz de mantener con claridad y firmeza las grandes ideas básicas que deben vertebrar su papel en la sociedad.

Las citas del socialismo español

Así, habrá que ver en qué culmina el Consejo Territorial del PSOE que se celebrará en julio, y del que debería salir una especie de hoja de ruta semejante al acuerdo de Santillana del Mar (30 de agosto de 2003) con el que PSOE de Zapatero consiguió un inestable ten con ten con el PSC de Pasqual Maragall, quien se disponía a promover la reforma estatutaria tras formar el tripartito.

De este Consejo Territorial debería salir la reforma de la Constitución hacia un modelo federal que han enunciado, en versiones distintas, tanto el PSOE federal como el PSC.

Algunas voces del PP han sugerido que, ante la incomunicación entre Ferraz y Nicaragua -las calles del PSOE y del PSC-, el PSOE debería fundar su propia federación en Cataluña. La solución drástica no tendría sentido si antes no se agotaran todas las vías de entendimiento entre el partido matriz y el asociado, algo que no ha ocurrido todavía (de hecho, el sector catalanista del PSC, más nacionalistas, es claramente minoritario). Pero no es sostenible la descoordinación actual, que desgasta a ambas formaciones hasta extremos inauditos y las descentra hasta incapacitarlas para seguir siendo grandes opciones alternativas de poder.

O, con autoridad, se logra sincronizar ambas estrategias, o la izquierda española se convertirá en un factor de inestabilidad para este país.

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