Política

El análisis| Rubalcaba debe alejarse de las declaraciones de intenciones y fijar fecha en el calendario

Alfredo Pérez Rubalcaba. Imagen: EFE

La decisión de la actual dirección del PSOE de aceptar las primarias para la elección del secretario general, ya estaba establecida la celebración de primarias para los candidatos en los procesos electorales, es un ejercicio de realismo por parte de Rubalcaba y su equipo, con independencia de que el detonante haya sido el empeño del PSdeG por celebrar primarias previas al congreso regional. Óscar López propone primarias para el secretario general

Parece claro que la desafección que han provocado los dos grandes partidos sólo se paliará mediante una aproximación real a la ciudadanía, que no tiene otro cauce que la apertura al exterior: las primarias. Y ése ha de ser el método de la renovación.

Tras la declaración de intenciones, falta ahora fijar el calendario, y probablemente habrá que celebrar un congreso extraordinario que fije las nuevas pautas ideológicas que decanten de la conferencia política, en especial la propuesta federalizante, una especie de Santillana II, pacificadora, y que establezca las nuevas disposiciones estatutarias.

Conviene decir, sin embargo, que la plena democratización del partido no se agota en las dobles primarias (abiertas para los cargos electos, limitadas a la militancia para el secretario general): es preciso crear también en el seno de los partidos un verdadero parlamento interno, de menor dimensión que el actual comité federal ?no más de 150 personas-, que sea elegido y no designado en los congresos, y que tenga como una de sus funciones principales convalidar la gestión de los órganos directivos mediante voto secreto cada seis meses, como máximo.

Cambios en la Ley Electoral

A la larga, la apertura de los partidos debería ser incorporada a la Ley de Partidos y a la Ley Electoral. Como es sabido, las primarias norteamericanas, que arrancaron en 1902, ya forman parte institucional del régimen. Algo parecido tendría que plantearse aquí, con la flexibilidad que se considerara necesaria.

Parece claro que Rubalcaba y su círculo directo han tomado conciencia de que la situación del sistema de partidos es crítica y de que no se puede avanzar por procedimientos convencionales: el sistema representativo requiere una auténtica revolución para reconciliarse con la opinión pública, previo a una intensa renovación generacional.

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