Política

Convergencia i Unio impone la ley de silencio a los suyos ante la "ambivalencia" de sus discursos

Artur Mas. Imagen: Archivo

¿Ha prohibido Convergencia i Unió hablar con los medios de comunicación más allá de Cataluña? ¿Evita dar explicaciones fuera de los mitines o del discurso de sus principales líderes? "Sí", revelan con matices algunos de sus dirigentes. Algo pasa en la casa de los convergentes y de sus hermanos de Unió. Un silencio impuesto, con un punto de inflexión: la segunda carta de Reding.

Los nacionalistas catalanes de Convergencia y Unió apenas hablan con los medios nacionales. La decisión se tomaba los días previos al arranque de la campaña electoral. Y la consigna era clara: "Todos los mensajes quedan centralizados por los secretarios" de las dos formaciones políticas. El discurso radical de Artur Mas y el posterior varapalo de la UE en forma de misiva -la segunda carta de Reding- podrían justificar el nuevo posicionamiento de las dos fuerzas que basculan sus energías en sus dos principales espadas.

Las conversaciones off the record con dirigentes catalanes así lo constatan. "Muchos de nosotros no estamos de acuerdo con la independencia ni con la soberanía. No entendemos lo que ha ocurrido. Todo este lenguaje ambivalente se ha ido de madre... La última carta de la comisaria europea Viviane Reding -en la cual afirma que "La UE nunca reconocerá a Cataluña"-, "ha sido la puntilla", admite a EcoDiario.es una fuente de Unió. Los empresarios, remarca otro dirigente, "están asustados... En privado te dicen que la independencia devolvería a Cataluña a los años 50".

Desequilibrio entre los socios

A horas del pistoletazo de salida y mientras los mensajes de Artur Mas aumentaban la apelación soberanista, Duran i Lleida, el otro 50% de la alianza entre Convergencia i Unió expresaba sus dudas y una parte de su predicamento personal: "No tiene sentido convocar un referéndum que no sea legal... No hay una gran mayoría de ciudadanos de Cataluña que deseen un escenario de independencia... es malo para España no tener a Cataluñaa y es malo para Cataluña no tener a España". Desde otra órbita, Artur Mas presentaba 'Cataluña 2020'. Un ideario centrado en la soberanía catalana sin entrar a precisar cómo, cuándo y de qué manera se desarrollará su proceso independentista.

En ese momento el choque de mensajes entre Josep Antoni Duran i LLeida y Artur Mas estaba servido. Pero es cuestión de días. De repente las estrategias de la cohabitación dan un giro. Un medio da a conocer la nueva consigna de CIU: "Prohibir las entrevistas a medios ubicados fuera de Cataluña"; lo que ha sido desmentido a EcoDiario.es con un "rotundamente falso". Eso sí, aclara la misma fuente, "nos han pedido que las entrevistas recaigan en los secretarios". Y algo de eso hay, porque a finales del octubre, desde el Grupo Convergencia i Unió en el Congreso se echaba el cierre a las entrevistas en directo, por teléfono o vía cuestionario. El silencio se imponía.

Artur Mas, protagonista indiscutible

Mas está siendo sin duda el líder indiscutible y principal representante de la apuesta política de Convergencia i Unió en estos últimos comicios que llevarán a los catalanes a las urnas el próximo 25-N. Desde el minuto uno, el actual president de la Generalitat ha optado por ofrecer una rueda de prensa diaria donde pregona sus preceptos ideológicos y responde a las críticas recibidas en campaña.

A priori, el varapalo recibido la semana pasada en Bruselas tras su encuentro con los medios provocaba una relajación inmediata en el tono de Mas. En ese instante, el político catalán consideró repensar su iniciativa soberanista, e incluso en el Foro de la Empresa familiar celebrada este lunes en Barcelona se refería a España como "nuestro país". La melodía moderada duraba poco sin embargo. A las puertas del ecuador de campaña y con la alargada sombra de las comisiones del Palau o el escándalo de la ITV que salpica a Oriol Pujol de cara, Artur Mas anuncia una ley catalana a la medida como coladero de una futura consulta soberanista.

Y mientras, a Josep Antoni Duran i Lleida parece que se le ha tragado la tierra, excepto este jueves que volvió a rizar el rizo. No obstante, sus apariciones son escasas y sus declaraciones a la par. Apenas se pronuncia sobre las elecciones catalanas y si lo hace, como estos días, es para valorar la política parlamentaria o para comentar las iniciativas que afecten a los desahucios o para cuestionar comportamientos como los de ERC o ICV, en una huelga general que "es consecuencia de su acción de Gobierno en Madrid y en Cataluña". La actitud externa regida por 'poli bueno, poli malo', mesura o soberanía, o los guiños en ocasiones al Gobierno, podrían explicar la diferencia en lenguaje de estos dos socios, pendientes de la pulsión de las últimas encuestas y de la estructura plural de su electorado.

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