
Tras casi seis meses de precampaña, ha comenzado la campaña electoral vasca con el PNV como favorito indiscutible, pero en un panorama mucho más complicado del esperado, ya que las encuestas no le dan ni de lejos la mayoría que necesita, y el debate soberanista catalán ha contaminado la política vasca y casi desbaratado la estrategia de campaña de los nacionalistas.
El reforzamiento del PNV y de EH Bildu, como confirma la encuesta del CIS, está garantizado porque sus respectivos electorados se movilizarán en masa, unos para recuperar el asiento en Ajuria Enea que creen que nunca debían haber perdido y, los otros, para demostrar su poderío en su regreso a las instituciones.
El que lo tiene más difícil es el PSE, que tiene a su electorado desmovilizado como consecuencia del desgaste de gobernar, y el PP ve cómo existe un techo de cristal que no logra superar y que aún está pendiente de descontar el desencanto de sus seguidores por su apoyo a Patxi López.
Adalides de la gestión
El punto fuerte del PNV para captar el voto indeciso y el desencantado socialista es presentarse como adalid de la gestión, de ahí que desde el principio Iñigo Urkullu haya lanzado su artillería pesada contra las cuentas del Gobierno de Patxi López. El riesgo, asustar a los votantes con el debate independentista.
Para evitar lo segundo, incluso en el Alderdi Eguna (Día del Partido) del PNV, Iñigo Urkullu se mostró moderado y conciliador, con excepción de las frases soberanistas lanzadas para animar a sus fieles. Así Urkullu ha asumido un papel institucional en el que apela a la necesidad de recuperar la cultura del "pacto y el acuerdo" para salir de la crisis.
Para ello, en sus pronunciamientos insta a retomar la colaboración interinstitucional y la concertación política, "porque no lo vamos a conseguir solos".
También dentro de sus discursos de los últimos días, el PNV ha puesto la venda a la herida, advirtiendo de que cuando lleguen a Ajuria Enea habrá que realizar esfuerzos (sinómino de recortes), ya que el Gobierno dispondrá de cerca de 1.000 millones de euros menos para sus presupuestos, ante la caída de la recaudación fiscal y el incremento financiero de la deuda del Gobierno vasco que ha engordado Patxi López.
Soberanismo y opuestos
La estrategia de EH Bildu, partido al que la última encuesta del CIS otorga 22 escaños, es primar el debate soberanista, que es la estrategia que moviliza a su electorado.
Su candidata, Laura Mintegui, lo ha dejado muy claro al afirmar: "Somos soberanistas. Somos de izquierdas. Tendemos a buscar la independencia".
Por lo que se refiere a la política económica, asegura que son de izquierdas: "No vamos a recortar derechos pero vamos a recortar privilegios".
Por su parte, el socialista Patxi López se esfuerza por transmitir a la sociedad que una vuelta del PNV al Gobierno vasco sólo conllevará recuperar la crispación sobre temas identitarios, superada durante sus tres años de gestión, al tiempo que trata de sacar rentabilidad a su oposición a los recortes sociales que propugna el Gobierno de Mariano Rajoy.
En todo caso, parece claro que, a la vista de las recientes encuestas electorales -que limitan el peso político del Partido Popular a 9-10 escaños-, Antonio Basagoiti pone el peso de su discurso en identificar a Urkullu con el presidente catalán, Artur Mas, en un intento de captar el voto indeciso que teme al nacionalismo exacerbado. Y, por otra parte, recordándole el riesgo de que el PNV quiera retomar la vía del plan Ibarretxe.