
Nieto, hijo, hermano y tío de magistrados, Carlos Dívar asegura que está tranquilo, "muy tranquilo". Que necesita "tiempo" para pensar y mañana anunciar en una declaración "contundente" su decisión. Este martes, en el acto del Bicentenario del Supremo, apenas recibió más calor que el de una frase del Príncipe, el "afectuoso saludo de SM el Rey", ausente de la celebración. Los ministros de Rajoy evitaron ser fotografiados a solas con él. Ayer, el número dos del CGPJ dio por hecho la dimisión de Dívar.
Dicen que la del Bicentenario fue una jornada gélida, especialmente para Carlos Dívar, a quien los focos de un acto institucional sirvieron para remarcar el cansancio y la fatiga de un hombre apuntalado por sus compañeros, algunos políticos y cuestionado por ciertos medios de comunicación desde hace semanas.
Frío institucional o no, Dívar justifica que 32 viajes en un periodo de cuatro años no son motivos suficientes para ser carnaza de una "campaña" que juzga de "orquestada" y cuyo origen sustancia en el cambio de Gobierno. "Estamos haciendo un mundo, cuando son viajes desde 2008", decía ayer en una entrevista de El Mundo, en una jornada en la que muchos pensaban que ya debía haber dimitido.
Dimisión o sorpresa
Pese a las críticas de uno y de otro lado a las reiteradas peticiones de dimisión, Dívar se mantiene en sus trece. Se considera inocente. Piensa que hasta mañana todavía tiene horas para determinar una posición que apenas encuentra apoyos a medida que se consume el tiempo.
Hasta que mañana despeje el contenido de su decisión, la mayoría de la prensa da por finiquitada su permanencia en el cargo. La Razón suscribe este martes que el todavía presidente del Consejo del Poder Judicial acabará con 44 años de carrera. ¿La prueba? Ya está tramitando los papeles de su jubilación y agilizando la mudanza de sus libros y enseres personales.
Tras su marcha, a Dívar le quedará la alargada sombra de Gómez Benítez. Sin duda el origen de todos sus males, aunque prefiere no entrar a hacer valoraciones sobre el mismo. Suspicacias que se remontan a la época en la que Gómez Benítez negoció con ETA por orden del Gobierno de Zapatero, y Dívar escribía informes denunciando injerencias políticas en el sumario abierto a Batasuna, ANV y PCTV y, bandazos en la instrucción, entonces en manos de Baltasar Garzón.
El problema de la sucesión
Este jueves, la marcha de Carlos Divar del Consejo del Poder Judicial solo cerrará un problema más de esta alta institución. El máximo órgano judicial necesita un sustituto. Y aunque puede ser provisional -pues en un año hay renovación de los cargos-, el sucesor necesita el apoyo de 3/5 del Consejo para evitar nuevas fisuras.
En las quinielas aparecen los nombres de Fernando de Rosa, vicepresidente del Consejo; Juan Antonio Xiol, presidente de la Sala II del Supremo y, José Manuel Sieira, presidente de lo Contencioso. Requisitos a parte, el protocolo del órgano se inclina por alguien de reconocido prestigio y que no esté politizado.