Política

¿Quién mandará en Asturias?

Rosa Díez, líder de UPyD.

Como es conocido, en la comunidad autónoma asturiana gobernará la izquierda -la coalición formada por el PSOE, con 17 diputados, e IU, con cinco- porque en este sentido se ha decantado el único diputado de Unión, Progreso y Democracia (UPyD), ya que el bloque conservador, formado por Foro Asturias y el PP, también contaba con 22 diputados. El partido bisagra ha dispuesto, en fin, de la llave de la gobernabilidad.

Todo ha sido perfectamente legítimo y legal; incluso el Tribunal Constitucional ha tenido que pronunciarse en tiempo y forma por un escaño que bailaba entre el PSOE y Foro. Pero el hecho de que la decisión de UPyD, el partido que contaba con la menor representación posible en la cámara asturiana, haya irritado a los electores conservadores y haya agradado a los progresistas ya permite poner en duda la razonabilidad de un modelo de representación en el que es posible que una exigua minoría se arrogue nada menos que el sentido del gobierno.

Obviamente, esta polémica no es nueva, y es patente que la utilizan los partidarios del sistema electoral mayoritario para defenderlo. En cualquier caso, ya se sabe que, como sistematizó Maurice Duverger, el padre de la ciencia política moderna, los sistemas electorales mayoritarios dan lugar a sistemas de representación bipartidista, en tanto los proporcionales engendran cámaras pluripartidistas. Con todas las variantes intermedias cuando se aplican correcciones a la proporcionalidad (en nuestro sistema, la ley d?Hondt).

Pero en este caso particular, UPyD es un partido tan singular que los interrogantes que surgen sobre lo sucedido se agravan y se cargan de inquietud. Porque Rosa Díez, muy inestable políticamente y sumamente ambiciosa según demuestra su propia biografía, fue manifiestamente la que tomó la decisión de apoyar a la izquierda en Asturias, a pesar de que ella misma abandonó la militancia en el PSOE se supone que por discrepancias insolubles con dicha formación.

Porque conviene recordar que esta exsocialista fue consejera por el PSOE del Gobierno Ibarretxe entre 1991 y 1998 (y a punto estuvo de quedarse en el Ejecutivo nacionalista cuando el PSOE rompió con el PNV), antes que eurodiputada, también por el PSOE, entre 1999 y 2007. Mucho tardó Díaz en darse cuenta de su incompatibilidad con el partido de origen, y aseguran algnos antiguos compañeros que comenzó a montar UPyD antes de marcharse -y de dejar de cobrar como eurodiputada- del PSOE.

La plástica de los protocolos políticos no suele engañar y, como decíamos, Rosa Díez acudió esta semana a Oviedo a tomar las decisiones oportunas, desplazando del punto de mira de las cámaras al diputado local, Ignacio Prendes, y dando ella misma las explicaciones pertinentes. Todo indica, pues, que el futuro presidente asturiano, el socialista Javier Fernández, tendrá sentada virtualmente a Díez en la mesa de su consejo de gobierno. Incómoda experiencia sin duda.

No hay duda de que los electores y militantes de UPyD son gente de buena voluntad y de profunda responsabilidad política que, desencantados con las grandes formaciones de la derecha y de la izquierda, han explorado una tercera vía que les presentaba una posición original. Nada hay que objetar a ello, evidentemente.

Pero algunos pensamos que la mejor política es la que se hace en el interior de las grandes organizaciones, trabajando en ellas, luchando denodadamente por mejorarlas, fomentando su pluralismo interno y vitalizándolas para que representen a grandes sectores sociales. Por el contrario, cada vez que asoma una formación exótica -y no por ello menos respetable, desde luego- puede venir a cuento aquello que dijo en memorable ocasión Eugenio Dors a un muchacho que se disponía a preparar un cóctel de champán: "joven: los experimentos, con gaseosa".

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