Política

Hartos de los combates, los kurdos de Turquía quieren una vida "normal"

"Queremos vivir una vida normal y no tener miedo del futuro", dice Mehmet Demir, un kurdo de Cizre, una localidad del sudeste de Turquía, mientras continúan los combates entre el ejército turco y los rebeldes kurdos del otro lado de la cercana frontera turco-iraquí.

"Personalmente, espero que el ejército termine esta vez con el PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), será por el bien de todos, kurdos y turcos", explica Mehmet Demir.

Este restaurador de 26 años prefiere no recordar los años 90, el período más sangriento de los enfrentamientos entre las fuerzas de Ankara y los rebeldes separatistas kurdos.

La ciudad de Cizre, que tiene unos 80.000 habitantes, se encuentra a 45 km de la frontera. Localizada en la provincia de Sirnak, se encuentra en el corazón del conflicto que enfrenta al PKK con el ejército de Ankara desde 1984 y que ha se ha cobrado más de 37.000 vidas.

"Todo el mundo cerraba el negocio a las tres de la tarde por la violencia, y nadie podía garantizar tu seguridad", cuenta Mehmet. Aunque ahora, añade, "todo es diferente", porque el PKK ha sido noqueado en la zona y sus militantes han huido a las montañas del norte de Irak, donde miles de soldados turcos entraron el jueves por la noche.

"Queremos inversiones, eso es lo primero que necesitamos aquí", dice Necati Cireli, de 32 años, que se gana la vida haciendo distintos trabajos.

Sentado en el taburete en una cafetería mientras fuma, aprovecha para discutir con sus amigos.

"Si el PKK es totalmente destruido, los empresarios de esta zona que han construido fábricas en el oeste podrán volver a su región natal", espera Necati.

En la ciudad no hay ningún signo de movilización militar, salvo un pequeño convoy militar que ha atraversado Cizre para acudir a una zona fronteriza.

La vida continúa con toda normalidad y la gente hace sus compras en el mercado.

Pero algunos habitantes temen que la operación militar turca, limitada a las montañas del norte de Irak, no sea suficiente para destruir al PKK.

"Es la pobreza lo que atrae a la gente hacia el PKK; si no se elimina la pobreza el PKK seguirá reclutando a los jóvenes de aquí", dice un anciano, que se niega a dar su nombre, en una tienda de ropa.

La tasa de paro, como en todas las otras ciudades del sureste turco, habitado mayoritariamente por kurdos, dobla prácticamente la de las ciudades del oeste industrializado, y es muy superior a la media oficial del 10%.

BA/avl/al

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