
Hace unos días, el 17 de diciembre, Gas Natural nombraba consejero independiente a Felipe González. Y hoy e ha hecho público que Endesa ha contratado a José María Aznar como asesor externo.
Aquél ganará al año 126.500 euros y éste 200.000. Aznar se sienta ya en otros consejos y es asesor de Murdoch; Además, realiza diferentes negocios a través de su sociedad Faznartella (acrónico de familia Aznar-Botella)
Las respuestas de los expresidentes
La pregunta que cabe hacerse, y que seguramente se hacen muchos ciudadanos, ante este pluriempleo de nuestros primeros mandatarios es la de para qué sirve un ex presidente del Gobierno. En teoría, hay respuestas concretas: González debería ayudar a Gas Natural a resolver subproblemas con Argelia, país que conoce bien y en cuya cúpula dirigente conserva amistades relevantes. Aznar, por su parte, deberá orientar a su patrón sobre la estrategia más adecuada en Latinoamérica, en la que asimismo el líder conservador mantiene conocimientos.
La realidad es sin embargo más prosaica: los ex presidentes sirven para realizar tráfico de influencias o, si se prefiere, mediaciones de alto nivel. Nada ilegal, por supuesto, pero sí actividades discretas, persuasiones subrepticias, presiones de todas clases aprovechando el prestigio personal. Un prestigio que forzosamente va declinando a medida que la intermediación mercantil va haciéndose notoria.
Puestos de responsabilidad
Mucho pensamos que en este país la política consume a los hombres demasiado pronto. González dejó de ser presidente del Gobierno a los 54 años y Aznar a los 53. A estas edades, en muchos países se empieza a poder aspirar a puestos de responsabilidad. Y es lógico que quienes en plena madurez son relegados institucionalmente al papel de jarrones chinos traten de realizarse, de ganar dinero, de mantener presencia mediática, de huir de la idea decadente de una prematura jubilación.
Con todo, este pluriempleo no contribuye precisamente a prestigiar la política. Porque una cosa es que los expresidentes den conferencias, impartan cursos, escriban libros, etc., y otra muy distinta que se dediquen a defender intereses concretos y no siempre simpáticos.