
El político mejor pagado de nuestro país comparte el peso económico de su hogar. Los 164.000 euros anuales que gana José Montilla están casi a la par con los emolumentos de su mujer, Anna Hernández. Una dirigente pluriempleada, que con sus 11 cargos, se embolsa unos 125.000 euros al año.
La principal ocupación de Hernández es, según informa este domingo el diario El Mundo, la presidencia del área de Infraestructuras, Vivienda y Urbanismo de la Diputación Provincial de Barcelona. Gracias a este cargo, la mujer del president recibe un sueldo de 94.000 euros. Pero sus ganancias van más allá. La presidencia de Promunsa y Proecsa (dos empresas municipales del sector de la vivienda) le reportan unos 33.000 euros anuales más, en concepto de dietas.
Estas dos empresas están ligadas a otro de los cargos de la primera dama catalana: la tenencia de alcaldía de Sant Just Desvern, un municipio de la periferia barcelonesa donde muchos la consideran como una alcaldesa en funciones.
Además, Hernández compatibiliza estos puestos con su participación en otras sociedades municipales y regionales, en las que tiene funciones directivas, a pesar de que oficialmente no percibe sueldo ni dietas de ellas. Y en la misma situación económica desempeña también un cargo directivo en La Caixa, para completar los 11 puestos asumidos.
Una familia con gastos excepcionales
Con los destacados ingresos procedentes de todas estas funciones, Hernández y Montilla han logrado completar una vida familiar de auténtico lujo. Así lo demuestra su recién adquirida vivienda, un chalé en un entorno privilegiado de Sant Just Desvern cuyo valor supera los dos millones de euros. Pero no es esta la única muestra de opulencia del matrimonio.
La educación de sus tres hijos es igualmente excepcional. Hasta 1.200 euros mensuales desembolsan el president y su esposa por el colegio alemán de Esplugues de Llobregat. Y tampoco sus desplazamientos están al alcance de cualquier persona. La polifacética Anna Hernández luce un fastuoso coche oficial conducido por un chófer de confianza para acudir a todos sus compromisos.
Y el propio Montilla se muestra orgulloso de las múltiples tareas de su cónyuge. "Hay gente que piensa que estaría bien que mi mujer fuese un florero. Me parece muy bien que no lo sea", afirma. Puede estar tranquilo. Ella acaba de anunciar que no está en sus planes aparecer en primera fila de la política catalana. Por lo tanto, parece que de momento Montilla no tendrá competencia en su propio hogar.