
La familia del médico británico Abbas Jan, quien falleció esta semana tras más de un año detenido en Siria tras ser detenido en Alepo, a donde fue para ayudar en la atención a los heridos en el marco de los combates que sacuden el país desde marzo de 2011, ha solicitado al Gobierno que entregue su cadáver.
"Si no me lo disteis vivo, al menos dadme su cuerpo muerto", ha dicho la madre de Jan durante una entrevista concedida a la agencia británica de noticias Reuters. Fátima, que pasó cinco meses en Damasco intentando conseguir la liberación de su hijo, ha dicho que las autoridades le prometieron liberarle esta semana, pero que cuando fue a recogerle le comunicaron que se había suicidado.
"No era un hombre desesperado. No estaba en esa situación. Era alegre", ha dicho su hermano Afroze. "Ese tipo de hombres no se suicidan. Es una mentira que cualquiera diga lo contrario", ha agregado.
Pese a ello, El Gobierno sirio ha publicado este mismo miércoles los resultados de la autopsia y ha indicado que la misma revela que Jan se ahorcó en su celda. "La muerte fue causada por asfixia a causa de ahorcamiento con intención de suicidio. El examen de su torso y las pruebas de rayos X muestran que no hay signos de violencia, lucha o uso de la fuerza", apunta.
El viceministro de Exteriores sirio, Faisal Mekdad, ha resaltado que Damasco estaba a punto de entregar a Jan a su madre y al parlamentario británico George Gallaway como gesto de buena voluntad hacia Londres y con motivo de la Navidad.
Por ello, ha denunciado la "politización" del asunto y ha pedido a Reino Unido que "ponga fin a la explotación de un asunto humanitario para beneficiar sus intereses". Asimismo, ha acusado a Londres de "enviar terroristas a Siria" a través de su apoyo a extremistas.
Sin embargo, la madre de Jan ha rechazado que su hijo hubiera tomado las armas en el conflicto y ha sostenido que "su profesión era dar vida, no quitarla". Además, ha expresado sus sospechas de que el hecho de que tuviera nacionalidad británica ha contribuido a su fallecimiento al tiempo que ha criticado al Gobierno británico por no hacer lo suficiente para conseguir su liberación.
Jan, de 32 años de edad y que vivía en Streatham, en el sur de Londres, llegó a Alepo en 2012 para ayudar a los civiles que sufren las consecuencias del conflicto, que se ha cobrado más de 100.000 vidas.
El doctor, que era padre de dos hijos y trabajaba en el Hospital Nacional Ortopédico de Londres, fue arrestado por fuerzas gubernamentales 48 horas después de llegar a Alepo para trabajar como cirujano de emergencias.
Varios meses después, su madre le encontró encarcelado en una prisión de Damasco y extremadamente delgado, con sólo 32 kilos y casi incapaz de andar. Él le aseguró que había sido torturado cuando estuvo detenido sin cargos y que le mantuvieron encerrado en solitario.