Oriente Medio

Irán y EEUU retoman un tímido diálogo tras 35 años de enfrentamientos

Hassan Rohani, presidente de Irán. Imagen: REUTERS

Hace 35 años que estadounidenses e iraníes no mantienen encuentros a nivel oficial. No tienen embajadas. Las relaciones han sido indirectas. La reunión entre el ministro de Exteriores norteamericano, John Kerry, y su homólogo iraní, Mohamed Javad Zarif, tuvo lugar la semana pasada durante la 68 Asamblea General de la ONU. Este hecho -con independencia del contenido- tiene gran importancia en sí mismo.

Aunque no hubo encuentro entre los mandatarios -ni siquiera un apretón de manos- con Barack Obama y Hasán Rohani coinciden en el poder dos líderes dispuestos a entablar una nueva relación bilateral. El reto: poner término a 35 años de enemistad, enfrentamientos y desencuentros de EEUU e Irán.

El punto de partida para relanzar las relaciones bilaterales es la cuestión nuclear. Desde hace años existe el temor de que Irán esté a punto de poder fabricar armas nucleares por lo que EEUU y la ONU han impuesto sanciones económicas muy severas, que han aislado a Teherán de la comunidad internacional. El objetivo de Occidente es que Irán cumpla las resoluciones existentes de la ONU sobre el programa nuclear. Y debe hacerlo con acciones verificables. Con su moderada elocuencia, Rohani intentó ante la asamblea poner fin a los temores afirmando que su país no plantea absolutamente ninguna amenaza para el mundo. Según él, las armas nucleares no tienen lugar en la doctrina de defensa ni en la seguridad de Irán y contradicen sus convicciones fundamentales, religiosas y éticas. Declaró sin ambigüedades el objetivo pacífico del programa. Propuso resolver los problemas prescindiendo de la amenaza militar en la mesa de negociaciones.

El discurso contenía, no obstante, algo del antiguo desafío. Rohani recordó que Irán accedió a ratificar los protocolos de la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA), pero que la decisión, en 2005, de trasladar este asunto al Consejo de Seguridad, tras la apertura del complejo nuclear de Isfahan, llevó a la República Islámica a desmarcarse de la comunidad internacional. Estima que Occidente se equivocó al actuar así ya que desde el primer día Isfahan estuvo bajo la supervisión de la AIEA y quedó claro que no eran actividades controvertidas. Criticó que el llamado dossier iraní del Consejo de Seguridad es muy duro. Incluye sanciones multilaterales y unilaterales que son ilegales, desde el punto de vista del Derecho Internacional. Rohani estima que la AIEA y Occidente deben ser transparentes y reconocer los derechos de Irán.

Considera que si los países del Grupo 5+1 - EEUU, Reino Unido, Francia, Rusia, China y Alemania - muestran buena voluntad, Irán corresponderá con reciprocidad. La solución al problema nuclear es una de las responsabilidades del Gobierno de Rohani. El líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, le ha dado plenos poderes para negociar con Occidente. Rohani ha delegado en el ministro de Exteriores la tarea para culminar las conversaciones multilaterales. En el fondo la cuestión nuclear no es tan compleja como se suele creer. Ya el presidente Mohamed Jatamí aceptó controles más fuertes. Los inspectores siguen en Irán. El problema son las instalaciones secretas. Un protocolo reforzado que les permita ir donde quieran sería una garantía.

Por otra parte, el presidente ha subrayado que, en lo relativo a la Guardia Republicana -fuerza de élite iraní- él y Jamenei coinciden en que si bien entienden y analizan los asuntos políticos, no deben inmiscuirse en la actividad política. Se ha permitido asimismo a los iraníes acceder a Twitter y Facebook por primera vez desde 2009 y se ha liberado a importantes presos políticos.

Rohani se ha mostrado profusamente al público norteamericano. Confía lograr así proyectar una imagen distinta, la de la moderación para salir del aislamiento. Pronunció no sólo el mensaje tradicional desde el podio de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Organizó además una presentación en el influyente Council of Foreign Relations, otra en la Asia Society y una entrevista televisiva. Todo ello vino precedido de un artículo suyo publicado en el The Washington Post, en el que propone actuar con espíritu constructivo.

Una vez solucionado el problema nuclear se podrá avanzar en otras muchas cuestiones. Las necesidades estratégicas ya han forzado a coincidir y colaborar a ambos países en Afganistán. Ante la perspectiva de la retirada de las tropas internacionales en 2014, los iraníes no desean que los talibanes acumulen todo el poder, algo que tampoco desea EEUU. También en Irak, Washington y Teherán están apoyando al mismo gobierno: el de la mayoría chií de Nuri al Maliki.

Incluso en Siria, con posturas actualmente enfrentadas, la situación podría cambiar. Irán - que se congratula de que Siria haya firmado el protocolo para la no proliferación de armas químicas - reitera su intención de asistir a la Segunda Conferencia de Ginebra, organizada por EEUU y Rusia, todavía sin fecha.

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