
Madrid, 21 mar (EFE).- Manuel Molina no le puede decir que no a nada de lo que le pide su hija Alba, por eso ha consentido acompañarla a Madrid ¡a cantar!, lo que más le gusta en el mundo, aunque siempre haya preferido mantenerse "mudo" y ser conocido "solo" como "la música y letra" de Lole.
Mañana y pasado, en el ciclo "Flamenco en la dos" del teatro Fernán Gómez, los Molina estrenarán el espectáculo "Flamenco, versos y fuego", una cosa "muy bonita" en la que el espectador tendrá el privilegio de oír al que fue la mitad de Lole y Manuel y ahora es "Manuel entero" improvisar "como le pida el alma", explica en una entrevista con Efe el guitarrista y ahora "cantaor".
"Yo quería que la Lole fuera mi voz. Siempre he sido un cantaor frustrado y lo que se me ocurría, lo que yo escribía, lo tenía que cantar alguien. Lole era la mejor para eso, y no quiero compararla con nadie", pero esa "comunión", zanja, "se acabó y se acabó".
Todo en el artista es "especial", porque "pasa" mucho de las presiones comerciales o de "lo que hay que hacer", y no le gusta prodigarse; de hecho, hace "años" que no pisaba Madrid y es raro que actúe en otros sitios, pero, "claro", si se lo pide su hija es capaz de "cualquier cosa".
"Me pasa lo mismo que le pasaba al fallecido Paco de Lucía. Que, aunque lo que más le gustaba era cantar, siempre 'tuvo' que tocar la guitarra. Yo nunca he cantado, a excepción de cuando era chico con Chiquetete, pero ahora, como mi Alba tiene interés en que vaya con ella, y yo a ella no le niego nada, pues, ¡ea!, canto", recalca.
Pero al final acaba revelando que "siempre" ha tenido problemas en la garganta y que le daba "pavor" quedarse mudo en el escenario: "Lo que sé es que yo no aguanto una hora entera cantando", confiesa.
Explica que primero saldrá al escenario Alba (Sevilla, 1978) con canciones "de las suyas", acompañada por Ricardo Moreno a la guitarra, y luego aparecerá él para acompañarla a la guitarra con "cosas de su madre".
La "revelación" llegará a continuación, con Manuel Molina (Ceuta, 1948) al micrófono, con un repertorio que no sabe absolutamente nadie, ni él mismo.
"Cantaré lo que se me ocurra. Me aburre la monotonía, a no ser que sea, como le digo yo a los músicos, la bella monotonía. Según esté de ánimo, cantaré una cosa u otra, y eso es lo mejor que hago, y acierto seguro. Si tengo que cantar algo premeditado, no sale", asegura divertido.
Para "rematar" el concierto, padre e hija interpretarán juntos temas que ha musicado él con letras de García Lorca y otras "de alto nivel literario", se ríe de nuevo.
Dice que "últimamente" no hace "nada" y que todos sus esfuerzos los dedica al libro que está escribiendo: "Un manuscrito de 600 páginas" con los poemas que ha escrito a lo largo de su vida y que va "comentando".
"Tengo una letra muy bonita y que está quedando preciosa. Lo he reescrito cuatro o cinco veces y no pasa nada si lo hago otra vez. Soy muy perfeccionista. Mi hermano que es ebanista me dice a mí, 'manolito milímetro'", y se parte".
Es un libro, asegura, "muy ameno", porque no solo es lo que le ha pasado a él y le pasa, "sino lo que le pasa a los demás, y eso siempre es muy interesante", remata con nuevas risas.
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