Dos nombres centran la atención del Mundial de Brasil. Neymar y Di María se han convertido en los protagonistas involuntarios del torneo. Sus lesiones les hacen, a priori, perderse lo que queda de torneo, es decir, la semifinal y una hipotética final. El primero sufre una rotura en una vértebra después del rodillazo de Zúñiga ante Colombia. El segundo tiene dolencias musculares tras haber intentado un forzado remate a puerta frente a Bélgica.
Sin embargo, y pese a que parece obvio que no podrán jugar con sus respectivas selecciones, los dos están protagonizando una guerra psicológica que va más allá del fútbol. Las 'mentiras' de Brasil y Argentina al respecto a estas lesiones marcan un pulso de titulares entre los dos combinados llamados a jugar la gran final del torneo.
Al menos esos son los deseos de buena parte de argentinos y brasileños. Con permiso de alemanes y holandeses, ése sería el duelo de campanillas que pondría en vilo a todo el continente y que, además, reeditaría uno de los clásicos del fútbol mundial. Sin embargo, la gran final perdería lustre sin sus estrellas. Perdería lustre y algo más.
En Brasil el adiós de Neymar al torneo ha supuesto todo un shock nacional. Los diarios locales despertaron el domingo clamando venganza por la lesión de su jugador estrella y el traslado en helicóptero del futbolista del Barça a un centro hospitalario se retransmitió en directo a todas las televisiones del país. Parecía un asunto de Estado. Y como tal se lo ha tomado Scolari.
El seleccionador no quiere que nadie de por perdido al delantero. De ahí que el parte médico haya pasado de pesimista a moderado. Los galenos de la Canarinha han informado de que el jugador sufre la menos grave de las lesiones en la zona afectada, la columna vertebral.
"No está descartado", han afirmado pese a que el propio Neymar sí que daba por perdida la final y que el jugador llego a afirmar que no sentía las piernas al poco tiempo de recibir el golpe de Zúñiga.
¿Qué pretende conseguir Scolari con esta falsa esperanza? Sencillo: mantener al equipo en tensión frente a Alemania y convertir la depresión por la despedida de Neymar en la esperanza de que se obre el milagro. Pura psicología.
Algo parecido sucede en el caso de Di María y Argentina. El jugador se está tratando con células madre para recuperar a toda prisa el tejido afectado por las dolencias musculares. Una historia similar a la de Diego Costa y su falsa recuperación exprés en la previa de la final de la Champions. Recuperación que, en verdad, resultó ser un fiasco.
Pese a ello, el 'Fideo' también quiere estar en una hipotética final en Maracaná. De ahí que también se venda la opción de que juegue la gran cita del torneo. De paso, con estas dudas se mete miedo a una Brasil que teme que se repita el caso del maracanazo y que sufre precisamente en la medular, el lugar donde Di María había inyectado, hasta ahora, electricidad y tensión al equipo argentino.
Sólo el tiempo dirá si finalmente alguno de los dos puede jugar o si, como todo apunta, se perderán una cita que por ahora ninguno ha alcanzado, pero que ya ha empezado a jugarse desde la frialdad de los partes médicos.
"No sentía las piernas"
